El trabajo; y, por lo tanto, el empleo; es imprescindible para solucionar los problemas, las necesidades, las expectativas, los deseos, etc., de nuestros conciudadanos; como para realizarnos como personas, poniendo al servicio de los demás nuestros conocimientos, predisposición y buena voluntad; y, también, para evitar ser unos “parásitos sociales”, “tomar la sopa boba”, etc.

Y, es que en estos “tiempos revueltos”, económica y socialmente hablando, donde las perspectivas de mantener, de lograr, etc., un puesto de trabajo son difíciles, que no imposibles, hay que procurar “atarse los machos”, más que nunca, y arbitrar cuantas medidas coadyuven a servir a la sociedad a través del esfuerzo laboral.

Y es que el que quiera trabajar, trabaja. Así, de siempre, el ejercicio de las profesiones liberales como la economía, el Derecho, la auditoría de cuentas, la arquitectura, la medicina, etc., o el ejercicio autónomo de las titulaciones que se imparten en Formación Profesional, como puede ser, entre otras, la mecánica del automóvil, mecatrónica, tan premiada y con excelentes perspectivas laborales, etc., han posibilitado a sus respectivos ejercientes la creación de su propio puesto de trabajo y; con dedicación, sacrificio y empeño; desarrollar sus “despachos”, sus “bufetes”, sus “estudios”, sus “talleres”, etc., con la subsiguiente ampliación de plantilla y de riqueza privada y pública, como de solución a los planteamientos que le haga su respectiva clientela. Claro está, que ni todo el mundo vale para ser “emprendedor”, “autónomo”, pues se requiere dedicación, constancia, profundos saberes del “oficio”, trato exquisito y respetuoso al cliente y a los trabajadores, empatía con éstos, y muchos “etcéteras”. Por ello, la importancia casi “sagrada” de ser “mínimamente” responsable siempre, especialmente durante el período de formación académica, estudiando mucho, bien, a fondo, los fundamentos, al menos, de la titulación “que nos va a dar de comer” cuando obtengamos el ansiado “titulito”, evitando, como no, actitudes gamberras e irrespetuosas, lamentablemente, tan frecuentes, últimamente, en las aulas universitarias, especialmente en las de elevada “matrícula”; manifestando una irresponsabilidad y falta de educación y del sentido elemental del agradecimiento al profesorado y personal de administración y servicios que tanto se entregan y les sirven.

Y como no, las cooperativas, reguladas por la Ley 27/1999, han sido también de siempre; pues “surgen desde finales del siglo XVIII y se desarrollan a lo largo del siglo XIX en distintos países de Europa (Inglaterra, Italia, Francia o España)”; un mecanismo de aunar inquietudes, de poner en común profesiones y trabajo, para crear unidades de empleo; que los poderes públicos, como el legislador y los ejecutivos, han regulado y estimulado, con el Régimen Fiscal, Ley 20/1990; apoyo, L 11/2013; y subvenciones. También hay que considerar las Sociedades Laborales y Participadas, L 44/2015; el trabajo autónomo, L 20/2007; la Economía Social, L 5/2011; y Leyes de Cooperativas 2/2018 y 4/2002 de la Comunidad de Castilla y León, entre otras disposiciones legales, como las de ámbito Europeo.

Y ejemplos de cooperativas “exitosas” las tenemos bien cerca como Cobadu, o de empresas fundadas por profesionales del sector como “Leche Gaza, S.L. se crea en el año 1966 como un Grupo Sindical de Colonización”; lo que quiere decir que cuando hay ganas de trabajar, de mejorar, de arriesgar, de competir, de movilizar los recursos humanos y materiales disponibles, evitando cualquier tipo de especulación, fijando objetivos a “largo plazo”, cuando se reinvierten los “excedentes”, cuando hay una “prudente” y “profesional” gestión, etc., la pervivencia de estas unidades productivas está asegurada.

Para quienes ya sean cooperativistas, como para aquellos, a los que animo, que piensen en constituirlas; como, en fin, a todo tipo de empresarios y trabajadores, y de personas “inquietas, cultas e ilustradas”; les sugiero la lectura del libro “Pensamientos”, del Padre Arizmendarrieta, que pueden consultar, leer y analizar en la web “https://arizmendiarrieta.org/wp-content/uploads/2017/09/pensamientos.pdf”, como la muy “ilustrativa” e interesante “https://arizmendiarrieta.org/es/”. Fue el creador e impulsor de Corporación Mondragón, expandida por el mundo, de la que forman parte Caja Laboral, Fagor Electrónica, etc. Y es que como buen cristiano puso en práctica el mandato evangélico de “amaros los unos a los otros…”, pues el mejor amor es hacer felices a los demás, especialmente creando puestos de trabajo, para que nuestros compatriotas se sientan útiles, solucionen las necesidades de los demás, etc., pues “obras son amores…”. Por cierto este benemérito sacerdote está en proceso de canonización.

Y es que hay que considerar la Doctrina Social de la Iglesia Católica que desde la Encíclica “Rerum Novarum”, apartados 36 al 40, especialmente, de S.S. León XIII, que reconoció e impulso el esfuerzo asociado de los trabajadores, hasta la Laudato si', sobre el cuidado de la casa común, del papa Francisco (24 de mayo de 2015) (http://www.iustitiaetpax.va/content/giustiziaepace/es/magistero-sociale/magistero-pontificio.html), hasta el momento; se ha preocupado de la dignidad laboral de todas las gentes, con independencia de sus creencias religiosas,… espíritu de universalidad.

Marcelino de Zamora