Las cadenas de televisión “entregadas” anunciaban a bombo y platillo una noticia de última hora. “El presidente del Gobierno abandona sus vacaciones”. Esto sucedía el pasado fin de semana, cuando las cifras de contagio por coronavirus se tornaban insostenibles y el miedo se había apoderado ya de buena parte de la ciudadanía de los más responsables, los que piensan con la cabeza, no con los pies o el interés canicular. Los miembros del Gobierno en particular y los políticos en general son incapaces de quedarse sin vacaciones. Ni que les fuera la vida en ello.

El día que ante una situación como la que España atraviesa actualmente, un presidente del Gobierno de España se mantenga en su puesto, sin concesiones ni siquiera al fin de semana, ese día los ciudadanos nos reconciliaremos con los políticos y la política. Me temo que esa circunstancia no se dará nunca. Y eso reza para los presidentes autonómicos y sus consejeros, diputados nacionales, senadores, alcaldes y diputados provinciales. No quieren darnos esa lección de profesionalidad y amor a sus compatriotas como gustan llamarnos ahora desde la izquierda.

Por si usted no lo sabe, le diré que el presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, señor Sánchez Castejón, ha disfrutado este mes de agosto de más días de vacaciones que el año pasado, cuando estaba tratando de recabar apoyos para su investidura y tratar de evitar la repetición de elecciones generales. La prioridad de Sánchez no es la salud de sus conciudadanos. La prioridad de Sánchez es su permanencia en Moncloa, por un lado, y el uso y disfrute de todos los palacetes de Patrimonio para su expansión y regocijo.

Poco le ha importado, por muy bien informado que estuviera, el aumento de casos de COVID-19 y lo mal que sigue la economía con tendencia a ponerse peor. El palacio de La Mareta en Lanzarote y el palacete de Las Marismillas en Doñana le han mantenido durante más de 16 días fuera del palacio de La Moncloa. Su descanso solo se ha visto alterado, es una forma de hablar, por el tradicional despacho con el rey en el palacio de Marivent. Cuánto palacio y cuántos palaciegos a su alrededor.

El año pasado apenas gozó de una decena de días de vacaciones. Había que intentar, por todos los medios, permanecer en el ansiado palacio de La Moncloa. O sea, su prioridad es él mismo. Los españoles, el pueblo que dicen los demagogos, quedamos aparcados o en un lugar nada apropiado siendo como somos los grandes generadores de empleo entre la clase política. Tardía vuelta a la realidad.