Han sido los grandes olvidados en todo tipo de homenajes realizados durante y después del confinamiento. Son los conductores de las ambulancias que entonces, ahora y siempre nos llevan y nos traen de casa al hospital, de un hospital a otro, en la capital y en la provincia. Es el equipo humano de Ambuibérica en Zamora. Los grandes olvidados y peor tratados. Los que, no obstante, siempre están al pie del cañón, de acá para allá, trasladando enfermos. Los mismos que no contaron con el necesario material de protección durante aquellos durísimos días y aún ahora, cuando el bicho apunta maneras y sigue amenazante en forma de contagio, debido a la irresponsabilidad de tantos.

Quiero hacer mi particular homenaje a los conductores de las ambulancias. Porque se lo merecen y porque siguen padeciendo en sus carnes y en su salud ciertas cuestiones imperdonables. Como que recojan a un paciente en urgencias para trasladarlo a Salamanca y nadie les avise de que está contagiado. Y, encima, se vean obligados a seguir trabajando. Como que tengan que hacer ciertos traslados sospechosos sin protección alguna siendo muchos de ellos personas de riesgo por las patologías que presentan.

Se ha aplaudido mucho a los sanitarios, médicos, enfermeras, auxiliares, celadores y farmacéuticos. Sin embargo, apenas un roce dedicado a los conductores de ambulancia. Hoy quiero aplaudirles y enviarles, junto a un abrazo virtual, todo el ánimo posible. Les animo a continuar en la lucha para que sean reconocidos sus derechos, para que trabajen con la debida protección y para que ante la sospecha de un caso COVID, sean advertidos convenientemente. El primer eslabón de esta larga cadena de responsabilidades es el directamente garante. Solo que a veces esa garantía falla. Y no siempre podemos atribuir al cansancio, al estrés, al enorme trabajo desarrollado, fallos garrafales como ese, en el que, repito, también le va la vida y la salud a los conductores de ambulancia. Y es que luego, sus vehículos los ocupan otros enfermos con patologías más leves que pueden resultar contagiados.

No entiendo tampoco la postura de la empresa que, por norma, deja abandonados a su suerte a todos estos empleados que les están sacando las castañas del fuego. Desde un despacho se ordena y se trabaja muy bien e incluso confortablemente. Hay que bajar al barro, como bajan todos los días los conductores de ambulancia, para sufrir la realidad que no siempre es la más favorable, no voy a decir que a sus intereses, que también, me refiero a algo muy superior y más sagrado: su salud. Que Ambuibérica sepa que sus conductores en Zamora son queridos y valorados.