He dicho tantas veces que tenemos una Diputación rica en una provincia pobre, que hasta lo ha repetido recientemente la expresidenta de la institución y ahora portavoz del PP en el ayuntamiento de Zamora, refiriéndose a esta ciudad. Como no tenemos derechos de autor sobre el dicho, nos ha resultado curioso y hasta satisfactorio que los años de predicar en el desierto de la Diputación –nunca mejor dicho para una institución que representa a la Zamora vaciada- hayan convencido a la que fue su presidenta de las maldades de las leyes de su partido para las entidades locales.

Al contrario de lo dicho por Unamuno, “venceréis pero no convenceréis”, en el caso del PP zamorano ha bastado con vencerles en el ayuntamiento y en el Estado para convencerse ellos mismos de que sus leyes de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, y de Estabilidad Presupuestaria y Sostenibilidad Financiera, ambas del exministro Montoro, son nefastas para los intereses de nuestros vecinos y ayuntamientos. Porque las Leyes de Montoro se han cargado la autonomía municipal, obligando a los alcaldes a cumplir la regla de gasto y otras medidas que les han impedido invertir en las necesidades de su pueblo aunque tuvieran dinero de sobra.

La consecuencia en Zamora ha sido el aumento de la pobreza de las familias que ya llega al veinte por ciento -según alertaba el Consejo Económico y Social de la Comunidad- mientras la Diputación se ha hecho con un capitalito en los últimos cinco años: ha aumentado los ahorros casi 27 millones desde el año 2015, para alcanzar nada menos que 71 millones de euros en los bancos a finales del año pasado, cantidad que supera en 8 millones los 63 de todo el Presupuesto del presente año. De estos ahorrillos, casi 60 millones son los remanentes que, salvo los que ya están comprometidos para gastar, dice el PP que les quiere quitar el Gobierno a los vecinos de los pueblos.

La Diputación se ha enriquecido como el caldo de Arguiñano, “rico, rico” pero sin fundamento, mientras a los pueblos de Zamora el agua sigue llegando en cisternas en el siglo XXI. Y seguimos esperando el acceso a internet que se promete por Junta, Estado y Europa; se cierran los Consultorios médicos; y la población abandona la provincia de nacimiento porque aquí no hay quien encuentre trabajo.

Pues después de permanecer calladitos por la situación de la Zamora vaciada por sus políticas, los alcaldes del PP tocan a arrebato contra una medida del PSOE como en su día lo hacían los franquistas del Régimen reconvertidos a la democracia contra los comunistas:

–¡Si vienen los comunistas os van a quitar las vacas! -decían a los vecinos de los pueblos.

–¡El Gobierno os va a quitar los ahorros de los vecinos! -dicen hoy- a quienes hace años que ni sucursal bancaria tienen en el pueblo.

Los comunistas no llegaron a gobernar, pero las vacas y las explotaciones agrarias fueron desapareciendo bajo las políticas de la Europa capitalista de la PAC, a las que se opusieron y siguen haciéndolo los temidos comunistas.

Y ahora los remanentes de los ayuntamientos que no dejaban gastar, podrían cederse al Estado a cambio de obtener dinero para inversiones -que en total supone 5.000 millones- y recuperarlos en varios años con intereses. Lo importante es que es voluntario para los ayuntamientos, no obligatorio como las leyes del PP que han impedido que éstos gastaran en las necesidades de sus vecinos, y que en las tierras de Zamora han supuesto la pérdida de dos mil habitantes al año mientras la Diputación seguía ahorrando.

¿Para qué nos ha servido el dinero de la Diputación en el banco, que Montoro no dejaba ni deja gastar?

Los alcaldes del PP se quejan de esta medida voluntaria –insisto- cuando durante años no han alzado la voz contra las leyes de Montoro, todavía vigentes, que han impedido a los ayuntamientos gastar en lo necesario y han obligado a asumir competencias de otras instituciones.

¡Eso sí que es injusto! En general, porque han tratado a los ayuntamientos como los hermanos menores del Estado a quienes hay que vigilar y controlar mientras el Gobierno derrochaba e incurría en déficits. En particular, en Zamora, porque somos parte de la España pobre y vaciada. ¡Pobres mientras los millones se acumulaban en las cuentas bancarias de la rica y sin fundamento Diputación!

Se quejan del Gobierno porque no reparte dinero si no se ceden los remanentes, que se van a devolver. Pero por primera vez desde hace años, ahora que ya no gobierna el PP, la Diputación se ha gastado los remanentes en las obras habituales de los pueblos sin tener en cuenta que podrían incumplir las leyes de Montoro. Y tienen suerte, porque con motivo del COVID este Gobierno les va a permitir incumplir la regla de gasto ¡Más suerte hubiéramos tenido los vecinos si ese dinero de remanentes que este año se gastan, lo hubieran hecho antes, a su debido tiempo, cuando la necesidad apremia!

La mayoría de los ayuntamientos con remanentes no se van a acoger a estas medidas del PSOE porque por primera vez desde hace años pueden gastar sus ahorros en lo que quieran. Algo prohibido por las leyes del PP. Por eso los alcaldes del PP deberían callar: porque sus leyes siguen vigentes contra los ayuntamientos, los ahorros y el bienestar de los vecinos.

Los que llevamos años clamando contra las leyes de Montoro podemos decir que sí hay alternativa a unos y otros: derogarlas, o suspenderlas mientras tanto, para que los ayuntamientos gasten con libertad en lo que necesita su pueblo; repartir los cinco mil millones para todos los ayuntamientos sin condiciones y con criterios de justicia y solidaridad.

“Sí se puede” ahora que los alcaldes del PP ya están convertidos al municipalismo mientras no gobiernen la nación española. “Claro que se puede” derogar las leyes de Montoro ahora que lo necesitan nuestros pueblos y ciudades.