A algunos no les ha parecido bien, porque piensan que quienes han venido a Zamora este verano lo han hecho debido a que las circunstancias no les han permitido ir a otra parte. Y aunque puedan tener algo de razón, lo cierto es que los “nuevos” que han llegado últimamente no solo no se meten con nadie, sino que tampoco tienen qué traer, necesariamente, el Covid-19 a Zamora, como dicen algunos, ya que eso depende, mayormente, del cuidado que pongamos en ello cada uno de nosotros, y el empeño en respetar seriamente las normas establecidas por las autoridades sanitarias. Y eso nada tiene que ver con la procedencia. Algunos de nosotros podríamos dar positivo con respecto al virus, si estuviéramos formando parte de ese gran grupo de asintomáticos, que vive en la normalidad sin ser consciente de ello. Lo realmente censurable sería ser consciente y actuar como si no ocurriera nada, sin hacer lo que deberíamos o haciendo lo que no deberíamos.

Al alicaído comercio local quizás no le haya parecido tan mal que haya más gente y que se hayan incrementado algo sus ventas; cosa parecida podría decirse del sector de la hostelería. Lo cierto es que, con independencia de lo bueno y de lo malo que cada caso pueda llevar consigo, hemos podido encontrarnos con paisanos a los que les habíamos perdido la pista, ya que están formando parte de la diáspora zamorana; paisanos que ahora han tenido la oportunidad de disfrutar de nuevo de viejos parajes, si no olvidados, sí al menos deformados por el pincel del tiempo, y han podido repetir aquellos paseos Santa Clara arriba y Santa Clara abajo.

Algunos han regresado a la casa de sus antepasados habiendo comprobado que el crujido de los muebles de madera y el tic-tac del reloj, que antes les “daban mucho por el saco”, ahora no solo no llegan a molestarles, sino que le suenan a gloria, e incluso a sinfonía. Y que la mesa camilla desde donde la abuela decía aquello de “enhébrame la aguja que no me alcanza la vista”, mientras cosía el “tomate” de algún calcetín, continúa allí como si tal cosa, habiendo superado con éxito el paso del tiempo.

De manera que eso de abrir más o menos los brazos a quienes nos visitan, cuando los saludamos en la calle desde la distancia, no solo no debería suponer ningún incordio, sino una satisfacción añadida. No se trata pues de absolver con el sentimiento lo que se condena con el pensamiento, sino de ponerse en el lugar de los demás, aunque solo sea por un breve espacio de tiempo.

Algunos recién llegados han tenido la oportunidad de volver a escuchar aquello de “no corres tú poco majo” cuando alguno de los que pasea con ellos lo hace demasiado deprisa. O aquello otro de “eres más friolero que un gato agostizo” cuando alguien se queja de la temperatura que está cogiendo el aire acondicionado. Así han vuelto a poner en presente una serie de dichos, poco repetidos ahora, pero que estaban a la orden del día en el momento que ellos tuvieron que abandonar esta tierra para emigrar a alguna parte.

Lo cierto es que los que han llegado lo han hecho con el deseo de sacarle gusto a la vida, aunque algunos “no lleguen a poder con los zancajos”. Por eso hay que tratar de evitar que vean determinadas sonrisas condescendientes o muecas ambiguas que puedan ser interpretadas como un signo de disgusto. Mejor anticiparse y decirle aquello de “A que ton voy a estarlo”.

Quienes nos visitan están siendo testigos que, en Zamora, a pesar de la pandemia, se celebran actos de asueto, funciones de teatro al aire libre y conciertos, que ayudan a pasar mejor el verano. Verán como grandes murales expresan el homenaje de la ciudad a algunos de sus más destacados creadores. También observarán el resurgir de las murallas, hasta hace poco escondidas tras edificios que ahora han desaparecido casi por completo.

Podrán cruzar el Duero por el nuevo Puente de los Poetas o por el “el de piedra”, o medieval, como prefieran, que ahora es peatonal para mayor disfrute de quienes gustan cruzarlo para observar de cerca como es atravesado por las aguas del rio.

“Esfuérzate concho”, y permite que todo el mundo pueda disfrutar de un buen verano. “Déjate de coplas” y no te tomes las cosas tan a pecho. Por unos días observa solo las cosas positivas, pues no en vano el primer club de fútbol local acaba de regresar a la segunda división B, y parece que con ánimo de seguir subiendo de categoría, cosa nunca vista por estos pagos.