Ni presunción de inocencia, ni gaitas. Al rey Juan Carlos se le ha hecho un juicio público en el que todos han opinado, algunos con muy mala baba, y se le ha echado hasta dejarle reducido a la nada. La izquierda, encabezada por Podemos, se ha montado su propio Sanedrín dedicándose a hacer lo que mejor saben, esparcir mierda sobre el monarca. El linchamiento mediático y de ciertos sectores de la política al rey don Juan Carlos es vergonzoso. Ni una pizca de respeto, ni un ápice de agradecimiento al artífice de la transición, al hombre que más puertas abrió en el extranjero a los empresarios españoles, el más respetado y querido por los dirigentes de los cinco continentes y el más denostado en su propio país. Por cierto, no huye.

Para los políticos que la hacen, es decir, que roban, árnica, presunción de inocencia, perdón y lo que sea menester. Para el rey Juan Carlos, flagelo constante, de palabra y de obra. No se ha respetado ni su vida privada. Los políticos también la tienen y si se la tocan saltan a la yugular del osado. El rey Juan Carlos ha permanecido en silencio. Llegará su momento, no me cabe la menor duda. Los problemas que provoca la entrepierna no son exclusivos de don Juan Carlos, lo que ocurre es que en su caso se ha magnificado, fomentado por el despecho y la ambición de una meretriz de lujo.

Juan Carlos I no ha robado como Cháves y Griñán, como Rato y tantos otros a izquierda y derecha, quizá ha cometido la imprudencia de admitir regalos y aceptar comisiones. Que alguien me diga qué hace una semana sí y otra también José Luis Rodríguez Zapatero en Venezuela donde el pueblo no puede ni verlo. Recibimiento en loor de multitudes para asesinos etarras y “destierro” para el rey emérito. Y en medio, Pablo Iglesias entoñado en dinero iraní y venezolano manchado de sangre, tratando de derrocar de palabra a la monarquía. Porque este tipo no se va a detener en Juan Carlos rey. Este tipo va a por Felipe VI, a por Leonor y a tratar de imponer en España, con permiso de Sánchez, una república bolivariana.

Sánchez, si quiere salvar el poco respeto que despierta entre cada vez más número de españoles, debería hacer callar, como hizo Juan Carlos con Chávez, a Iglesias que sigue esparciendo mierda y abogando por la República. Este majadero cuando habla no sabe si mata o espanta o puede que sí. Tendría que volver a nacer para despertar los afectos que despierta Juan Carlos I.