Pablo Casado organiza a sus voceros peperos según la misión que van a cometer. Si es para dar “cera” al Gobierno de coalición PSOE-Unidas Podemos, pues emplea fundamentalmente a Cuca Gamarra, Ana Beltrán, otro, incluso recuperando a un Rafa Hernando cual hooligan. También llama de vez, en cuando para esos menesteres en el Senado, al excoordinador general del PP, Martínez-Maíllo, y a González Pons para los asuntos del Parlamento Europeo.

Aunque cuando la cosa se pone ardua saca a la palestra a sus más fieros mastines, Cayetana, García Egea, y al Maroto más agresivo y más desubicado que nunca, ganándose –con sudor y esperpentos– la sopa boba del sueldo pepero que no le concedió las urnas.

Pero si es para que se vea al PP más bonachón e institucionalista, saca de la bancada a Ana Pastor, o al experiodista Montesinos. Y luego nos engaña con la hipócrita moderación de Feijóo y Mañueco, por ejemplo, dos presidentes aparentemente “moderados” de la comunidades autónomas en las que gobiernan.

Y ya para atajar temas más turbios y del pasado rajoniano, acude a los exministros Catalá, Fernández Díaz y al actual asesor del presidente Mañueco en la Junta de Castilla y León, “Nacho” Cosidó. Jefecillos todos ellos de lo que algunos llamaron “las cloacas del Estado o de Interior” en el Gobierno de Rajoy. Aunque el propio Cosidó afirmó en sede parlamentaria “que cuando era el director general de la Policía nunca se enteraba de nada de la cloaca policial porque los policías Pino y Villarejo lo puenteaban”. Sin sonroja afirma que era ninguneado –o se “dejaba”– por los cabecillas de esa mafia policial, que hablaban directamente con el ministro o el secretario de Estado sin decirle nada a él.

Los días del becario “fra-Casado” tocan a su fin. Ya son más de cinco elecciones perdidas por el actual líder pepero. Y no se prevén buenas perspectivas en Cataluña en las elecciones del próximo otoño; más bien una catástrofe de Suma España.

Por eso, algunos barones de la formación popular abundan en que Casado debe revisar sus estrategias equivocadas con Pésanchez. Insisten en recriminar a su líder: “No es cuestión de querer derrocar un día sí y otro también al Gobierno de coalición de izquierdas, sino de crear alternativas claras de Gobierno y/o de oposición”.

La moción de censura que ha anunciado Vox para setiembre va distorsionar el comienzo del curso político. Pero sobre todo trastocará los planes trazados por el equipo del líder del PP, para asentarse como única alternativa al Gobierno de Pésanchez.

Casado sigue ignorando la iniciativa lanzada por Santiago Abascal en el último debate en el Congreso, aunque en su entorno no disimulan su molestia. En el PP, al igual que en Ciudadanos, rechazan esa maniobra, porque consideran que no les hace ningún favor y que reforzará al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.

Aunque lo intenta disimular, a Casado este debate interno en el PP sobre dureza y moderación le incomoda. Lo niega continuamente… pero la realidad es que varios importantes dirigentes del PP están algo preocupados por la deriva estratégica de su líder frente a los vaivenes que les someten tanto el Gobierno de coalición (PSOE-Unidas Podemos) como sus supuestos “amigos” de la oposición, Cs y Vox. Sí, sí, esos con los tiene pactos y forma Gobierno en algunas autonomías y alcaldías; esos de la España Suma, que ya se ha visto que más que eso, resta.

“Algo estamos haciendo mal cuando el Gobierno de Pedro Sánchez parece cada vez más fuerte, más cohesionado”, aseguran esos dirigentes peperos “rebeldes”.

A Casado se le acaba la beca. Es un becario fra-Casado. Así es; se le ha pasado el tiempo para aspirar a ser algo decisivo dentro del PP y recuperar otra vez el Gobierno de España. Esta nueva especie de breve Hernández Mancha, pero ahora de poca monta, prepotente y mal educado, ha agotado sus denuedos y aspavientos por potenciar al PP. Casado, becario temporal en la presidencia del PP, apenas tiene ya crédito para levantar el ánimo y el voto de la formación popular. La mayoría de las encuestas confirman que el PP está por debajo del PSOE, a un 13% de los socialistas, en intención de voto.

Pero esos dirigentes peperos no son los únicos que señala la inmadurez y bisoñez de Casado. Ya son muchos los políticos de todos los partidos que acusan a Casado de que no tiene proyecto de futuro para los conservadores españoles en las próximas elecciones, ni proyecto para liderar España. No sabe si es el heredero del PP de toda la vida o un vocinglero de esta nueva derecha “sin complejos” que se abraza a la ultraderechista Vox. Su liderazgo sigue siendo un misterio, cada vez más desilusionante, que está lejos de encandilar al electorado de la derecha, nada dichoso con las expectativas que había suscitado.

(*) Profesor y escritor