Antes de la pandemia que sigue amenazando nuestra salud si nos acercamos entre nosotros, la Junta ya había empezado a amenazar la cercanía de nuestro sistema de salud en la atención primaria. En Zamora promovía un Plan Piloto en Aliste en el que se suprimían Consultorios médicos primero –sustituido tras algunas protestas por suprimir las visitas de médicos a los consultorios- la cita previa telefónica obligatoria para la consulta, desplazamientos de los pacientes a los Centros de Salud y atender a través de internet.

Durante el tiempo de confinamiento del coronavirus, se generalizaron por necesidad algunas de estas medidas. Se impuso la atención telefónica de nuestros síntomas de enfermedad, y la reducción de la presencia de pacientes y médicos en los consultorios y centros de salud y hospitales a la mínima y urgente.

Con la vuelta a la normalidad vigilada, al ver que la mayoría de los consultorios de los pueblos permanecen cerrados, vuelven las dudas y el miedo a que no se trate de una medida temporal y obligada por la necesidad, sino de una medida permanente, previamente planificada. Y que una vez acostumbrados por la amenaza del COVID, se quede para siempre. De ahí que en los pueblos, pese a las restricciones de concentración de vecinos impuestas por la pandemia, se oigan voces que se unen salvando el metro y medio de distancia para decir alto y claro que queremos presencia de médicas y enfermeros en los pueblos.

En estas estábamos por la Zamora vaciada de personal sanitario, cuando en la Diputación que se supone que nos representa como institución, se mira hacia los “silver” como solución al desarrollo de la provincia. ¿Qué quiénes son los silver? Pues los silver somos casi todos los zamoranos de sienes plateadas –silver en inglés es plata-; o sea, la Zamora encanecida.

Porque claro que tenemos muchos más recursos endógenos para el desarrollo, pero todo nos ha fallado. Por ejemplo la agricultura y ganadería, que la PAC de Europa ha llevado al vaciamiento de los fértiles campos y el cierre de las explotaciones de ganado. También los recursos medioambientales, que sin apoyo de Europa no son suficientes para mantener población activa en conservación o en turismo, y además nos ponen restricciones a la caza, con lo que nos vaciamos de gente y nos llenamos de fauna, y así no hay quien sostenga la ganadería extensiva que permitiría la limpieza del monte para evitar incendios y que es amenazada por lobos y buitres (los lobbys de la construcción europea que decidieron arruinar nuestra agricultura, los buitres de los países que se quedaron con la producción industrial). Las grandes infraestructuras que se financiaron con fondos europeos no vertebraron el territorio para acercarnos entre los pueblos, sino para facilitar la emigración de nuestros jóvenes a lugares donde hay trabajo. Los servicios públicos no son considerados inversión ni fuente de empleo, pese a que en Zamora el sector público es el que tiene más peso en la economía y en el trabajo.

Y así llega la Diputación a los silver:

- ¿Qué es lo que queda en Zamora?

- Aquí sólo quedamos cuatro viejos.

- Pues llámalos “silver economy”, y a ver si convencemos a Europa.

¡Como si esto de los Silver no fuera otro invento de Europa! De la Europa del capital, como todos los demás que nos llevaron a la ruina. Un capital europeo que ha mirado a los viejos como un negocio o un nicho, con perdón, de empleo, para que sean empresas las que presten servicios para mayores en los ámbitos de las soluciones tecnológicas, el estilo de vida y moda, la salud, los cuidados y las residencias. Y sobre todo en los tres últimos, saltan las alarmas porque nos preocupa que lo que en estos momentos son derechos humanos como el derecho a la salud y a los cuidados, que son prestados por los servicios públicos, pasen a ser un negocio empresarial.

Vecinos y vecinas de los pueblos que defendéis los consultorios médicos, sabed que en el proyecto Silver para mayores de la Diputación para pedir dinero a Europa, se dice lo siguiente: “Con el escenario que nos encontramos –envejecimiento de la población, incremento de la movilidad ciudadana, mayor dispersión demográfica- la telemedicina supone un canal idóneo para asegurar una asistencia médica de calidad”. Y no puedo transcribir todas las amenazas que se ciernen para los servicios de salud, pero se cita a una empresa de telemedicina muy buena, se llama a los usuarios “pacientes-clientes”, se habla de comercialización de los servicios de salud, de abonar los tratamientos y servicios consumidos, y de generar una oferta sanitaria de tipo low cost.

La amenaza es importante: el capital europeo ha puesto la vista en los abuelos que cobran la baja pensión media de Zamora con la que ayudan a los nietos a salir adelante, para hacer negocio con los derechos a la salud, a la residencia, al cuidado.

Los zamoranos encanecidos y de frente despejada nos hemos convertido en “ese oscuro objeto de deseo”, de negocio, para Europa. Quizás a Europa no le importe financiar con 40 millones de euros una estrategia Silver, si a medio plazo cumple la función de sustituir los servicios públicos por negocios empresariales ¡Lo que nos faltaba!

Esta amenaza viene arropada por el turismo para mayores, la calidad de vida, la robótica, la domótica y la conexión a internet. Pero que estas palabras no nos impidan ver el bosque que se esconde detrás: la pérdida de la medina presencial en los consultorios, de las residencias públicas que podamos pagar con las pensiones, de la ayuda a domicilio con personas y no con robots. La pérdida de puestos de trabajo y de la necesaria presencia humana en los cuidados y la salud.

Defenderemos aunque sea a metro y medio y con mascarilla, la defensa de la dignidad que nos hace humanos, y los derechos que por serlo tenemos: las personas “silverzamoranas” somos sujeto de derechos y no objeto de negocios.

Dicho queda por si acaso. (Y de nicho nada, que estamos muy vivitos y coleando).