Al Consejo Europeo y a Ortega y Gasset:

En toda convivencia humana sea con la familia, con los compañeros de trabajo, con los componentes de cualesquiera organizaciones a las que pertenezcamos, con los vecinos, etc., es fundamental que esté presidida por la más exigente, rigurosa y completa educación al permitir que las relaciones humanas sean mínimamente llevaderas para todos, al procurar, y deber, entender, comprender, respetar, etc., a los que forman parte del grupo humano al que pertenezcamos, lo que facilitará el cumplimiento de sus respectivos compromisos, obligaciones y objetivos y, por lo tanto, de los propios, lo que contribuirá al bienestar general. Y es que la educación implica “cortesía”, “instrucción”.

Así, cuando se trata de alcanzar acuerdos entre un grupo de personas pertenecientes a un mismo colectivo, pero con intereses, puntos de vista, etc., diferentes, la empatía, la ponderación objetiva y fundamentada de las respectivas propuestas es fundamental para alcanzarlos mutuamente beneficiosos y procurando la plena consecución de los intereses generales. El pacto, el consenso, la aproximación de posturas, el ceder, el entender al “contrario”, etc., como el tener exhaustivamente documentadas, estudiadas y fundamentadas las propuestas propias, posibilitará el acercamiento de posturas, como el logro, en mayor medida, de las pretensiones. Y, claro está, se presume que todas estas actitudes están presididas por la buena fe, tal como contempla el Código Civil .

Y como siempre, consecuentemente, es el saber a fondo sobre lo que cada parte tiene el deber de exponer, de hacer valer, etc., debiera ser inexcusable para que sus justas y ponderadas pretensiones tengan más probabilidades de ser incorporadas a los acuerdos, resoluciones, normativa legal, etc., donde hubieren de plasmarse, lo que supone el éxito profesional, por ejemplo, del político y directivo público proponente. De ahí, sobre todo cuando se trata de organismos supranacionales y de lograr acuerdos internacionales, que los países cuenten con “Sherpas” de altísima preparación como son, entre otros, los Técnicos Comerciales y Economistas del Estado y Abogados del Estado, “caracterizados por su independencia política y su vocación de servicio público”, algunos de los cuales forman parte, también, del funcionariado de la Unión Europea y de la Organización Mundial del Comercio, entre otros organismos internacionales; que, por sus inmensos saberes, dominio de idiomas, relaciones internacionales, disciplina y rigor en sus trabajos, derivado de su exhaustiva preparación de sus oposiciones, etc; como lo es la actual ministra de Economía, señora Calviño, contribuyen a que las “aspiraciones” de España sean más y mejor “evaluadas” en dichas instancias; vamos, lo de siempre, facilitan “barrer pa casa”. Y es que una nación vale tanto como el talento de sus miembros; es decir, sus habilidades profesionales, lo que demanda tiempo, sacrificio, motivación, espíritu de servicio, etc., lo que, lamentablemente, no suele concurrir en el “común de los mortales”.

Por todo ello, para las Administraciones Públicas, las empresas, las organizaciones, y cada persona, el acuerdo alcanzado recientemente por el Consejo Europeo para la aprobación y distribución del Fondo de Recuperación Europeo, debe tomarse como ejemplo de cómo hay que llevar de fenomenalmente bien preparadas las propuestas, cómo defenderlas, cómo saber ceder y aproximar posturas, etc. Así cuando un Ayuntamiento, una Diputación Provincial tienen que elaborar un Plan Provincial de Obras y Servicios, entre otros aspectos y requisitos, debieran de tener suficientemente justificada la financiación que precisan, la prioridad de las infraestructuras según su grado de necesidad y urgencia, la justificación de su capacidad de gestión, los resultados alcanzados, etc.

Y “Deal”, “acuerdo”, señor Charles Michel, a eso todos, desde nuestras respectivas responsabilidades y relaciones, debiéramos siempre procurar concluir en “tiempo y forma”. No sabemos bien lo que supone el “acuerdo alcanzado a las 5,30 de la madrugada del día 21 de julio”; aprobado por resolución del Parlamento Europeo el día 23 de julio; para el estímulo a la inversión privada, el empleo, el bienestar de todos, el impulso a la economía, la seguridad jurídica, etc.

Si es que ya lo dijo D. José, “Europa, la solución”, sus últimas palabras, en la conferencia titulada “La pedagogía social como programa político”, en la Sociedad El Sitio de Bilbao, el 12 de marzo de 1910. Y servidor añadiría que para que para que “España deje de ser el problema”, en buena parte ya solucionado, se necesita “muchísima más Europa”.

Marcelino de Zamora