Son tantas las cosas que se nos ocultaron, las imágenes que no se nos mostraron, todo lo que no vimos ni supimos de aquellos terribles días de confinamiento, cuando la pandemia nos sacudió de lleno, que no se puede pasar página, ni alegre ni tristemente, sin recordar. Aunque en este caso, esa forma de volver a vivir, que eso son los recuerdos, sea escalofriante. La terrible soledad en la que murieron tantos españoles, en sus propias casas, en residencias, en hospitales, sin la cercanía y el calor, sin el acompañamiento de sus seres queridos, ha sido inaceptable porque ni las Comunidades Autónomas ni el Gobierno de España supieron cómo afrontar y resolver un drama tan terrible y enojoso para ellos.

He conocido hace unos días a una enfermera que trabaja en uno de los grandes hospitales de Madrid. Evitar preguntarle era poco menos que imposible. Las cosas que me ha contado me siguen poniendo el vello de punta. Su testimonio, muy parecido al que han dado tantos de los sanitarios que se enfrentaron al miedo, al dolor, a la soledad y a la muerte en primera persona, es digno de ser conocido por todos, para que de una vez se sepa la cruda realidad que se nos ha ocultado. Me quedo, de todo lo dicho, con esta experiencia: “no sabes lo terrible que es que se nos fueran muriendo los pacientes, sentados en sillas, por los pasillos, esperando ser atendidos”. Allí se quedaban, hechos un cuatro, con la cabeza ladeada que era el signo inequívoco de que ya nada se podía hacer por ellos.

Me sigue pareciendo insuficiente todo lo que se ha hecho, apenas nada, hasta la fecha y que se verá arrastrado a su desaparición y casi a su olvido, cuando el tsunami de la economía nos barra, como está barriendo del mapa a tantos comercios, a tantas pequeñas industrias, a tantos autónomos, a tantos trabajadores, también de las grandes firmas, que han pasado o van a pasar a engrosar las filas del paro más horroroso que España haya vivido nunca. A lo que ya representan Nissan y Alcoa se une ahora Tubacex que anuncia el despido inminente de quinientos trabajadores.

Esto es lo que puede pero no debe hacernos olvidar todo lo ocurrido durante marzo y abril de un 2020 que se ha quedado en nada por culpa de un virus que ha resultado ser letal. Si no hubieran maquillado la realidad, a lo mejor ahora, quién sabe, los comportamientos de tantos como parece que este feo asunto no va con ellos, serian otros. Lo que no vimos es desgarrador.