"No te rindas, aún estás a tiempo / de alcanzar y comenzar de nuevo / aceptar tus sombras, enterrar tus miedos / liberar el lastre, retomar el vuelo."

No hubo fiestas de San Pedro en Zamora, pero no nos rendimos y por ello se salvó el cuarenta por ciento de la venta de ajos porque sí se pudo hacer feria del ajo en Ifeza aunque la llamáramos mercado, y hubiera más separación entre puestos, y mascarillas bajo las que regatear el precio entre vendedores y compradores, e hidrogeles para las manos limpias de la gente ¡Claro que no fue igual que en las Tres Cruces!, ni por las fechas, ni por las ventas, ni por la animación de la calle, ni por el número de asistentes, ni por los negocios de alrededor? Pero no nos rendimos, y en autobuses o andando con el calor insufrible de la época de la selectividad o Ebau -que también se retrasó- se mantuvo la esencia de las fiestas de esta ciudad que, una vez al año por San Pedro, se vuelca con los campesinos de las comarcas próximas a la capital para agradecerles el producto de su humilde trabajo, el ajo, que va a mantener el sabor de todos los guisos a la zamorana durante todo el año. Agradecidos los zamoranos con la gente de los pueblos de los que la mayoría procede, y que saben lo importante del trabajo de la tierra, tan esencial siempre y más en tiempos de pandemia ¡Qué sería de esta provincia sin el trabajo del campo! "que llaman tierra de campos lo que son campos de tierra", como cantaba Ramón Pérez de Ayala en uno de sus miles de versos (poeta de la tierra de al lado, patria querida Asturies). "No te rindas que la vida es eso, / continuar el viaje, / perseguir tus sueños, / destrabar el tiempo, / correr los escombros y destapar el cielo."

Y porque no nos rendimos, empieza el verano cultural en Zamora con la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en la Plaza de la Catedral atiborrada hasta donde la distancia de seguridad por el coronavirus permite. Y detrás del Ramos, en el mirador, vuelve a oírse la música en directo de quienes sonaron durante tres meses en las redes sociales compartiendo nuestras emociones: "Aunque el frío queme / aunque el miedo muerda / aunque el sol se esconda / y se calle el viento". Porque es verano y "a corazón suenan, resuenan, resuenan" (Rafael Alberti) por el Casco Antiguo de esta ciudad "las tierras de España" llena de escombros de historia, para destrabar el tiempo y destapar el cielo limpio donde estamos venciendo a los virus enemigos de nuestra salud.

"Porque existe el vino y el amor, es cierto, / porque no hay heridas que no cure el tiempo".

Y abrimos las casas, volvemos al pueblo, nos damos un baño, damos un paseo? Todo lo que hicimos desde aquellos tiempos que éramos pequeños y no había miedo, porque si lo había estaba el abuelo, ese que se ha ido y dejó el recuerdo de "abrir los cerrojos / abandonar las murallas que te protegieron".

"Vivir la vida y aceptar el reto / Desplegar las alas e intentar de nuevo / celebrar la vida y retomar los cielos."

"Aunque el miedo muerda", la provincia se está llenando de quienes no se rinden y vuelven a su pueblo de siempre o al de sus abuelos, y celebran la vida después de meses de pandemia y de miedo. Las ganas de vivir desbordan de actividades los pueblos sin fiestas patronales este año, pero festejando la vida con la prudencia y la distancia física que nos acerca el alma. Por eso desde la Diputación hay que ayudar a abrir las playas de los ríos con medidas de seguridad, a abrir los albergues de peregrinos que pasan por los caminos de Santiago para llegar a dar las gracias al apóstol, a llevar a las plazas mayores de los pueblos de actividades culturales? Y a celebrar en IFEZA las ferias que nos unían a los zamoranos de toda la provincia, y que mostraban los productos de nuestra tierra que, tan buenos como los ajos, pueden colocarse con distancias, con mascarillas, con hidrogeles y con controles de asistencia.

"Aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños".

Y si no puedes bañarte en la piscina, siempre podrás darte un baño de bosque en Valorio, o un baño de monte en la Culebra, o un baño de sol o de luna, o un baño de arte románico en la capital.

"No te rindas, por favor, no cedas"

Porque como en el mítico mayo del 68, igual que reivindicaban que debajo de los adoquines de las calles de París estaba la playa, debajo de las mascarillas están las sonrisas. Y con ellas la utopía para seguir adelante luchando contra el virus de la insolidaridad, de la desigualdad, de quienes mueren "sin saber por qué le acribillaron el pecho, luchando por el derecho de un suelo para vivir" (Víctor Jara).

No te rindas, y disfruta del verano de distancia y mascarillas: "Porque cada día es un comienzo nuevo / porque esta es la hora y el mejor momento." Porque no estáis solos, porque nos queremos.

(Gracias a Mario Benedetti por el maravilloso poema entrecomillado para que no nos rindamos).