El refranero suele ser un pozo de sabiduría popular. Algo así como la voz de la experiencia, la constatación de que las cosas suceden siempre, o muy a menudo, de una manera determinada. Claro que no falta quien afirma que muchos adagios tienen su contrario, de modo que el acierto es seguro. Un caso de estos lo aprendí de niño en mi pueblo. Mi abuelo decía: "Quien arica en Adviento arica y escarda a un tiempo". Pero un vecino afirmaba:"Quien arica en Adviento pierde pan y pierde tiempo". Me imagino que cada cual tenía sus razones y llevaba a la práctica sus teorías refraneras. Para gustos se hicieron los olores y, a lo que se ve, los proverbios. Sin embargo, hay dichos o sentencias que no tienen envés. Son algo así como verdades universales aceptadas por todos quienes las conocen o intuyen. Ahí va el último ejemplo que ha llegado a mis oídos: "Administrador que administra, gato en despensa y boticario que enjuaga algo traga". Nació, sin duda, del eterno recelo de las gentes hacia quienes mueven los dineros, hacia ese genérico "administrador que administra".

-Es lo que da el tener abiertos los ojos y ver lo que sucede alrededor; lo mismo que el gato en la despensa, el que anda con perras siempre saca algo entre las uñas; es ley de vida, asegura don Edistio, muy desengañado con lo que observa y oye.

--Sí, sí, mucho control, trasparencia y todo eso, pero las noticias que llegan no son muy alentadoras, recalca don Rogaciano, también muy cabreado con too y con todos.

Y tiran los dos de memoria y conocimientos para sacar a colación un refrán que nadie discute: "Consejos vendo que para mí no tengo". Admite variantes como "Haz lo que yo digo, pero no hagas lo que yo hago", o el conocidísimo "Una cosa es predicar y otra dar trigo". Se pueden aplicar en todo tiempo y lugar y en múltiples circunstancias. Nunca fallan. Y menos en estos tiempos en los que los consejos, las palabras, las prédicas quedan grabadas, circulan por la red y en dos segundos dan la vuelta al mundo. Siempre se podrá decir que las frases fueron mal interpretadas, que se sacaron de contexto, que no era eso, exactamente eso, lo que se quiso decir, etcétera, etc, pero ya es difícil que la situación se reconduzca. Uno saca del tubo la pasta de dientes y es muy complicado volverla a meter. Pues con determinados sermones, reivindicaciones, acusaciones, insultos y demás ocurre lo mismo.

Uno de los casos más llamativos se está dando estos días con los rebrotes de la pandemia en varias regiones españolas. ¿Se acuerdan de cuando el ínclito Torra arremetía contra el gobierno central por confinar Cataluña y mantenerla en estado de alarma? No se precisaban medidas tan drásticas. Todo era fruto del odio ancestral de "Madrit" y España hacia Cataluña. "Si fuéramos independientes, habría menos muertos aquí", llegó a perpetrar una consejera de la Generalitat. Torra no la desmintió.

Pues bien, acabó el "centralizador" estado de alarma, se desconfinó a todo el mundo, el gobierno de Pedro Sánchez se retiró de la gestión directa, que pasó a las comunidades autónomas, y, hala, ya todo el monte es orégano. Pero, amigo, surgió un brote peligroso en Lérida y ahí te quiero ver Torra. ¿Qué hacer? Confinar a más de 200.000 personas, preparar más UCIS, en fin, lo mismo que había ordenado el Consejo de Ministros español y que tanto habían criticado don Quim y sus mariachis. Consejos vendo que para mí no tengo. Lo que antes era un ataque a Cataluña y no sé cuantas cosas más ahora lo aplican los mismos que lo ponían a parir. ¿La diferencia? Juzguen ustedes. Yo creo que ni velar por la salud de los ciudadanos ni buscar soluciones a la pandemia. La explicación es más sencilla: que se reconozca que aquí mando yo; no vayan a venir los españoles a decirme lo que tengo que hacer. Y se acabó. No obstante, oiga, los puntos sobre las íes. Torra dixit: "La culpa de los rebrotes es de España".

Algo parecido, aunque menos fuerte, está sucediendo en Galicia, País Vasco o Madrid. Ninguno de los gobiernos de estas comunidades acepta la más mínima responsabilidad en la situación actual de la pandemia. Sacan pecho si los datos son positivos, pero tiran balones fuera si el asunto se complica y pintan bastos? aunque tengan trasferidas las competencias sanitarias. Este Fernando Simón?

Veremos cómo evolucionan los acontecimientos, pero ha vuelto el miedo. Y viene acompañado por una peligrosa bajada de las defensas. Como si al finalizar el estado de alarma ya hubiera desaparecido el virus. Y como si echando la culpa a Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Salvador Illa y Fernando Simón ya se hubiera conjurado el mal.

Mientras tanto, algunos a seguir predicando. Dar trigo es otra cosa. Y muy distinta.