Esta es una breve carta de agradecimiento. Porque ya lo dijo J. B. Massieu, "el agradecimiento es la memoria del corazón".

"Está científicamente probado que el corazón y el cerebro están íntimamente unidos, y que esa relación estrecha afecta, a cada instante, a nuestro bienestar físico y emocional". Pero estas frases son solo la introducción a lo que realmente quiero comunicar a través de este texto, que es algo mucho más sencillo; pues no soy profesional de la medicina ni pretendo explorar campos del conocimiento científico.

Deseo simplemente, y nada menos, que dar las gracias a todo el personal del Centro Residencial Caser de Villaralbo ( Zamora). Gracias a todo el equipo que dirige el centro, al equipo médico, a los profesionales de enfermería, psicología, asistente social, terapeutas ocupacionales, fisioterapeutas, auxiliares, personal de limpieza, peluquería, personal de recepción, cuidadores... Han atendido amablemente nuestras llamadas y videollamadas, dedicándonos tiempo, dedicándoles tiempo, y con amabilidad; renunciando a realizar otras tareas que siguen siendo necesarias para los residentes.

El día 8 de marzo hizo dos años que mi madre está residiendo en el centro citado. Ahora esa es su casa, que no su hogar, pero es lo que elegimos en función de la situación familiar. I. dA F., como ella bordaba en sus sábanas, se encuentra en una fase avanzada de la enfermedad de Alzheimer.

Y precisamente unos días antes, el día 6 de marzo, después el día 10 y finalmente el día 12 recibía SMS en mi teléfono móvil informándome de las medidas preventivas, referidas a la seguridad sanitaria de todos los residentes del centro Caser, en torno a la pandemia que se nos venía encima?

Una madre nunca se rinde, siempre resiste, lucha y renuncia a lo que sea, a lo que haga falta por el bienestar de su familia; y también lo hace el padre, no quiero yo ahora desatar ningún conflicto de género?Digo madre porque yo soy madre y sobre todo porque es mi madre la que está en el centro residencial. Centro que tomó medidas propias de unos padres de familia, una gran familia formada por los residentes y por todos los trabajadores y gestores. Medidas que implicaban renuncias por el bien de todos, también de nosotros, los familiares y amigos que visitábamos a nuestros seres queridos.

Medidas que nos pudieron parecer injustas, como nos parecen injustas tantas medidas que los padres y madres nos ponen a los hijos -pero que son por nuestro bien- nos dicen siempre-, pues eso mismo hicieron en el Centro Residencial Caser de Villaralbo, donde estoy orgullosa de que esté mi madre. Renunciaron a la comodidad de medidas más comprensibles para los familiares y amigos de los residentes, que no entendíamos cómo se podían suprimir las visitas si todavía nadie había dicho nada de lo grave que era lo que estaba ya entre nosotros. Renunciaron a la comodidad de sus hogares y a estar con sus familias y se trasladaron a vivir con los residentes. Renunciaron a días libres, a estar cerca de los suyos en tiempos difíciles, cuando todos estábamos pendientes de quién podía sufrir la enfermedad y todo era desconocimiento.

Todos hemos renunciado a muchas cosas en estos días. A todos nos han pasado de largo tres meses. Tres meses eternos, llenos o vacíos, a veces, de un universo de emociones como dice Rafael Bisquerra. Emociones de tristeza, miedo, ira, sorpresa, asco, ansiedad, amor, alegría, felicidad y las emociones sociales. Todas bien distintas, y ni buenas ni malas. No hay emociones malas dicen los expertos. Todas cumplen su papel en nuestro desarrollo emocional. El personal del centro se ha centrado en estos 80 días en que a todos los residentes no les falten experiencias emocionales. Ya que los familiares no podíamos ir a compartir con ellos las tardes, hemos tenido que renunciar, por su salud, por la salud de todos? Pero ellos lo han hecho por nosotros, renunciando a la vida con sus familias en estos 80 largos días?( y 80 serán los años que cumplirá mi madre en este 2020).

Desde el miedo ( ¿entrará el virus en el centro?) ; la tristeza ( muchos residentes estarán tristes, familiares tristes ) la impotencia( qué puedo hacer yo desde otra CCAA nada más que llamarla y que nos veamos, mi madre se entera, reconoce mi voz?) y la indignación ( por qué ha venido esto?? Quién podía haberlo evitado??) desde el optimismo ( en el centro todo va a salir bien?Han tomado las medidas correctas y a tiempo) la tranquilidad (mi madre está muy bien cuidada, que no atendida, no me gusta esa palabra..cuidan su alimentación, estimulan su lenguaje y su movilidad, así como los aspectos cognitivos) la confianza ( confiar es fiarse con; es decir, yo he confiado el cuidado de madre a los profesionales de Caser y además confío, creo que lo están haciendo muy muy bien) hasta la gratitud.

Rosa Encinas (RME- como mi madre bordaba mi nombre en el babi del colegio)