Sin dudarlo un solo instante, me quedo con la Feria del Ajo. La que tradicionalmente se celebra en Tres Cruces. Nada que ver con este Mercado del ajo que se ubica en Ifeza y que me produce tristeza. Me gusta cumplir la tradición y junto a mis buenas amigas, Rebeca y Beatriz Salum, encaminé mis pasos, el sábado pasado, hasta el nuevo lugar donde no sé por qué, me las prometía felices. Nada más lejos de la realidad. Allí estaban todos los productores que han acudido a la cita, cumpliendo con la tradición, trayendo los mejores ajos de tantos puntos de la provincia, de La Bóveda a El Maderal, De Fuentesauco a Guarrate, de Argujillo a Villabuena del Puente, de Casaseca a San Miguel de la Ribera, incluso de la vecina Salamanca. Hasta ahí todo bien, que no perfecto, lo malo era la 'flojera', por parte del público.

Merecen más suerte quienes exponen sus productos en ese mercado, aguantando un sol de justicia de diez de la mañana a diez de la noche, viendo pasar el tiempo pero a pocos compradores. 'Muy flojo', era la respuesta unánime de todos los productores a los que pregunté sobre la mañana que intuí erróneamente mejor que una tarde deslavazada en la que los grandes ausentes eran los compradores. Es cierto que la mercancía de todos ellos, por fin encontró salida, no ha sido la mejor pero tampoco la peor. Lo malo es que los encontré muy solos, sin el debido arropo institucional y de público.

Aunque el presidente del Gobierno nos invite constantemente a tapar la calle, precisamente animando a los ciudadanos "a salir a la calle y disfrutar sin miedo" pese a los constantes rebrotes del coronavirus que, por ejemplo, han empujado a la Xunta de Galicia a cerrar durante cinco días la comarca de La Mariña lucense, eso sin hablar de Lérida donde pinta en bastos por culpa del Covid. Hay un sector de la población zamorana, posiblemente el que cumple con la tradición ajera, que tiene miedo o puede que sea prudente y prefiere no exponerse. Quiero achacar a ese miedo la tristeza que se percibía a simple vista en este mercado atípico del ajo a pesar de los autobuses gratuitos.

Cabe esperar que esto sea lo que es, un episodio pasajero, y que todo volverá a la normalidad el próximo año, porque éste de 2020 ya está echado a perder. Aunque no haya sido como otros años y eso que ha habido de todo, ojalá los productores presentes en el mercado del ajo, hayan vendido toda su cosecha. Su perseverancia merece un premio.