Qué bien, qué bonito, cuánto nos gratifica que diarios, revistas y cadenas de televisión nacionales, hablen de Zamora en términos elogiosos, poniéndonos por las nubes, invitando al resto de españoles a conocer esta tierra, sus bellezas paisajística y arquitectónicas, su gastronomía, todo lo que este joyero local y provincial atesora en su interior. Cuán felices nos sentimos de poder compartir por la vía que sea con amigos, familiares y conocidos las bondades que otros destacan sobre Zamora y cuan poco coherentes somos con la situación, con la realidad que nos toca vivir.

Y mientras nos regocijamos con todo lo que de bueno y bello se escribe sobre Zamora, nuestro comercio languidece porque muchos zamoranos siguen la tendencia de comprar on line o, ahora que se puede, ir a comprar a las provincias limítrofes. Zamora sin su comercio no es nada. Nuestro comercio no se merece el ninguneo del que constantemente se le está haciendo objeto. Se ha cogido el asunto de las terrazas de verano con verdadero ardor, pero al comercio se le está dando de lado en favor de otras formas de comprar. Ya está bien. El dinero de los zamoranos que se quede en Zamora. Dejemos de una puñetera vez de propiciar el trasvase a otras latitudes incluso alejadas de la propia comunidad autónoma.

No seamos tan gilis. Al comercio de Zamora no le falta nada, bueno, sí, clientes, los de antes y los nuevos que parecen un poco remisos a gastar su dinero en quienes siempre nos han surtido de calidad y en cantidad. No están las cosas para lanzar muchos cohetes, pero lo cierto es que las carencia que podamos advertir aquí, las sufren también en el comercio del resto de ciudades españolas. Nadie es más que nadie y mejor que nuestro comercio, pocos y a unos niveles estratosféricos. No, no es un alegato a favor del comercio, que también, es una llamada de socorro, un SOS en toda regla para impedir que ocurra lo que muchos comerciantes vienen advirtiendo en medio de la preocupación, que el personal sale de compras, sí, pero a otras capitales de provincia y cuando lo hace en casa es a través de Internet para adquirir sus productos a través de compañías de comercio electrónico, normalmente estadounidenses. Luego protestamos, luego nos rasgamos las vestiduras y protestamos soltando aquello tan manido de "tenemos lo que nos merecemos", apuntando con el índice acusador a la autoexcluyente clase política. Pues en esto, no tienen nada que ver.

De nosotros depende el futuro no sólo del comercio de Zamora, nuestro comercio, sino nuestro propio futuro que, la verdad, está un poco oscuro