Se ve que el confinamiento agudiza el ingenio y la retórica para hacer juegos de palabras como el "Opaco Guarido" que, emulando al Opaco Paco como se referían al hablar de Francisco Correa el de la Gurtel, un listo "columnisto" ex afiliado del corrupto partido con el que hacía negocios el mafioso (me refiero a Correa que se hacía llamar el padrino), llamó al actual alcalde de Zamora y a la sazón compañero mío.

Nada que decir de los juegos de palabras porque si el alcalde se hubiera llamado Clemente hubiera jugado como un angelote bonachón con transparente y valiente y decente y hasta inteligente. Y en ese caso yo hablaría de la "gracia y no la mafia de Macías".

Nada que decir salvo que utiliza el juego de palabras para cargar contra todo el equipo de gobierno municipal que eligieron por mayoría absoluta los habitantes de aquí, de "por Zamora". Y en particular contra Guarido, con una absoluta falta de respeto hacia los que hace unos años votaban a su ex partido y en las últimas elecciones no apoyaron a su nuevo partido que presumió de ser el único preocupado "por Zamora".

Y porque utiliza el juego de palabras para mentir. Si algo caracteriza al equipo de gobierno al que pertenezco es la absoluta transparencia, porque no tenemos nada que ocultar: desde los sueldos del alcalde y concejales que son los más bajos de la democracia; hasta los contratos de obras, servicios y personal que se hacen por procedimientos reglados de los que forman parte los funcionarios sin ninguna directriz política; pasando por el mantenimiento de todas las jefaturas de servicios que había designado el gobierno del PP, por respeto a los trabajadores.

Entendemos el derecho a los juegos de palabras de un columnista de Zamora y de "por Zamora", pero podemos ejercer el derecho a la defensa por parte de una sencilla "opinadora" también de Zamora y también interesada por el progreso de la tierra donde vive, que recuerda (estoy recordando) que cuando Macías era el segundo de a bordo del camarote de los hermanos "antimarx?istas", ya hacía juegos de palabras como "tanto tienes tanto vales" para intentar menospreciar al actual alcalde por su digno trabajo de bajo sueldo, o a todo el Grupo de Izquierda Unida acusándonos de ser "los cómplices de los cómplices de ETA", pese a que íbamos a todas las concentraciones cada vez que la banda asesinaba a alguien.

Quizás era porque en lugar de ponernos en primera fila dando codazos a diestra y siniestra para salir en la foto, nos quedábamos junto al pueblo de Zamora, que ha demostrado que sí se daba cuenta de nuestro compromiso.

Como seguimos haciendo ahora con mayor o menor acierto: todos los concejales volcados en el trabajo, con sencillez, sin alharacas, sin darse importancia. Pese a que el columnista Macías diga lo contrario de lo que todo el mundo sabe: por ejemplo, que al Ayuntamiento de Zamora ya no llegan regalos en fechas señaladas, y sólo se aceptan los meramente simbólicos; dando ejemplo, porque nosotros "podemos meter la pata pero no la mano."

Porque el "maZioso MaZías" de Por Zamora ha demostrado que se le daban mejor los juegos de manos que los juegos de palabras: como un prestidigitador consiguió al final de su mandato como concejal firmar un contrato para hacer un edificio municipal por el que los zamoranos y el opaco Paco pagaron más de cinco millones y que ¡chan tata chaaan! hizo desaparecer. Eso más que opaco es tan ininteligible como un milagro ¡Ángeles que bajan a la tierra!

Si alguien ha llegado aquí leyendo, pido disculpas porque sé que por Zamora y por el mundo entero la gente está sufriendo y no merece que andemos columnistas y políticos enfrentándonos en juegos de palabras.

Con un clásico, Quevedo, me estoy preguntando: "¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?" Y no he podido menos que sentir lo que digo y decir lo que siento, porque sé del esfuerzo de los concejales, incluidos los de la oposición, por volcarse en ayudar ante la pandemia que está llevando a la muerte y a la progresiva desaparición de Zamora. Y no en un juego de prestidigitación sino en una dura realidad.

Con otro clásico de la época que se enfrentó al anterior, Luis de Góngora: "Miré los muros de la patria mía, si un tiempo fuertes ya desmoronados". Y estamos despejando la Muralla.

Y a pesar de que ellos se enfrentaban, porque así es la condición humana, acabo diciéndole a Macías, con palabras de los clásicos de quienes deberíamos aprender: "Soy un fue y un será y un es cansado" (Quevedo) por nosotros; y "Serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado" (Góngora), por las personas que hemos querido.

(A última hora me salió la maestra que es de las pocas cosas buenas que he podido ser en el espacio vital cada vez más vaciado de Zamora)