El turismo, pese a lo que mantiene el "preclaro" ministro de Consumo, Alberto Garzón, es como se sabe un pilar de la economía de este país. Asturias tiene grandes posibilidades de crecer en esa nueva modalidad que llaman turismo sostenible y de salud y que tiene que ver con el gran patrimonio de la naturaleza que brinda el Principado. Para ello únicamente hay que saber aprovechar las oportunidades y jugar con inteligencia las bazas a nuestro alcance. Entre ellas, está no promover campañas contra los madrileños.

Es tan importante la industria turística que su previsible desplome ha hecho que empeoren de manera drástica las previsiones económicas de España, que según el FMI se situaría a la cabeza del hundimiento mundial. La caída del producto interior bruto no tiene apenas parangón en tiempos de paz. El ejemplo para ilustrar una comparativa del desastre es la Gran Depresión de 1932 en que el PIB de Estados Unidos solo cayó una décima más de lo que va a descender aquí en 2020.

La crisis económica del coronavirus no es como cualquier otra, arrastra un sinfín de dificultades por los propios obstáculos que la enfermedad y los riesgos de contagio ponen en el camino de la recuperación. España pudo salir en 2014, tras no pocos esfuerzos, del estallido financiero de la eurozona. En los siguientes años el PIB creció hasta un 15 por ciento. Ahora es como si se precipitara por un tobogán, de un modo más vertiginoso que el resto de las grandes economías, salvo Italia, donde el turismo también aporta una enorme riqueza industrial. La reactivación será lenta porque en estas circunstancias la actividad baja la guardia de una manera especial. En último caso arroja dosis elevadas de incertidumbre. Otro factor desasosegante en el que se basan los cálculos del FMI es el deterioro progresivo de las cuentas públicas consecuencia de todo lo anterior y de la deficiente gestión política. Por no hablar de la situación del mercado laboral?