No he oído ni leído ninguna respuesta ni reacción a una de las propuestas más sensatas hechas en esta época de broncas, estacazos e imprecaciones. La realizó el pasado 5 de junio Luis Garicano, eurodiputado de Ciudadanos (Cs) y economista de prestigio. Y la hizo en el Congreso de los diputados, en su comparecencia ante la llamada Comisión para la Reconstrucción, que, de momento, no ha reconstruido nada, más bien al contrario. Ni siquiera ha llegado a lo imprescindible: un acuerdo de mínimos.

Garicano no planteó salidas grandilocuentes ni soluciones imaginativas o complicadas. Simplemente, se limitó a pedir una "tregua política" de seis meses para diseñar "entre todos" la futura reconstrucción. Ni más ni menos. Traducido al román paladino: que todos aparquen la crispación actual y se reúnan sin vetos ni trincheras para sentar las bases de la recuperación de la economía, el empleo y, en definitiva, de la sociedad española, demasiado tocada del ala, encanallada y dividida.

-¿Y qué dijeron sus señorías, si puede saberse y no es un secreto de esos que tanto abundan ahora?, se pregunta don Perseverando, que no ha encontrado la contestación en ninguno de los medios de comunicación de los que se nutre.

-Nada, que yo sepa nada. O yo no me enterado, que podría ser, porque a veces me enfado tanto con lo que leo que me salto algunos renglones, párrafos y hasta hojas enteras, contesta don Honticiano.

-Pues, habrá que saberlo porque propuestas así, tan razonables, no ocurren todos los días y menos en estos tiempos tan feroces, puntualiza don Perseverando.

-Será que aquí valoramos más los insultos y las meadas fuera del tiesto que la moderación y la prudencia, apostilla don Honticiano.

-Será eso.

Y sí, es posible que don Honticiano tenga razón, que aquí dice uno una chorrada, un improperio o una descalificación y, hala, venga titulares, venga a salir en los boletines y en los telediarios, venga valoraciones, venga réplicas y contrarréplicas, venga a ser pasto de tertulianos que se posicionan a favor o en contra?en fin que, como dijo aquella, las palabras de marras, aunque valgan menos que una promesa electoral, se sitúan en el candelabro durante unos días. Sin embargo, las propuestas sensatas, las que llaman a limar asperezas y a buscar puntos de unión, esas suelen caer en el olvido

Apenas se conocen. Parece como si a nadie le interesara la paz, el armisticio, sino que todos buscasen la confrontación dialéctica (y la otra, que es peor), la táctica de bloques, el rédito electoral. Y si se cede algo para intentar el acuerdo, el consenso, entonces uno es un vendido, un desleal, un traidor a las esencias ideológicas del partido o de quienes lo dirigen.

¿Habrá recogido alguien el guante que lanzó con suavidad, sin levantar la voz, Luis Garicano en el Congreso? Tengo mis dudas. El silencio que ha seguido a su propuesta es muy elocuente. Demasiado. Lo que cabe preguntarse también es el por qué. ¿No es sensato lo que pide el eurodiputado de Ciudadanos?, ¿no hace falta la tregua?, ¿la Comisión para la Reconstrucción va tan bien que ni seis meses ni uno, con un par de sesiones más todo arreglado?

A mi juicio, la tregua tenía que estar ya firmada. Que los principales partidos se comprometan a ello y designen un experto o alguien con peso político para comenzar a hablar en serio. Y que se comprometan también a no realizar declaraciones insultantes, descalificadoras y que puedan tirar por tierra esos trabajos para diseñar la reconstrucción. Y que cada cual asuma su papel sin tratar de imponer a marcha martillo sus criterios en vez de buscar el pacto.

¿Será posible? Yo soy bastante pesimista, aunque mantengo mis esperanzas, sobre todo porque noto que la gente, el ciudadano de a pie, lo quiere, que está harto de broncas, diatribas absurdas y ponerse a parir mientras los problemas se enquistan a se agravan. Entonces, ¿por qué no llega la deseada tregua?

-Desengáñese, don Honticiano, acaba de afirmar el ex ministro del Interior Jorge Fernández Díaz que el Papa Benedicto XVI le dijo que el diablo quería destruir España "por los servicios prestados por el país a la Iglesia de Cristo".

-Acabáramos; ahora se explica todo; si Lucifer anda detrás del asunto, es lógico que fracasen propuestas como la de Garicano. La única solución es exorcizar España.

Amén.