Quienes decapitaron y profanaron la histórica estatua del Sagrado Corazón de Jesús del pueblo sevillano de La Roda, sabían perfectamente lo que hacían, ¡ya lo creo que lo sabían! No se ha tratado de un acto vandálico sin más, el autor o autores lo han hecho con premeditación, alevosía y nocturnidad, a sabiendas de que el mes de junio está especialmente consagrado al Sagrado Corazón de Jesús. La consternación de los vecinos del pueblecito andaluz es la consternación de todos los creyentes que no entendemos, que no nos explicamos a santo de qué esta profanación.

No hay quien me quite de la cabeza que los autores de este vil atentando contra la imagen de Jesús, conocían perfectamente el daño que estaban causando a todos los creyentes que no pueden ni deben dejar pasar la ocasión para protestar enérgicamente, para manifestarse con contundencia, para impedir la escalada de violencia que sufren tanto el patrimonio de la Iglesia católica en España como los propios católicos, como se demostró, con agravios comparativos incluidos, durante el confinamiento, periodo en el que se aplicó la ley del embudo, lo ancho para otras confesiones, lo estrecho para los católicos.

La inacción de tantos no conduce a nada. Mientras tanto, la izquierda más feroz y sectaria, agita la bandera de la provocación y de la maledicencia contra la Iglesia católica pidiendo poco menos que la hoguera para sacerdotes y religiosas. Habrá quien diga que exagero, ¡ni un ápice! Este tipo de cosas no trascienden a los medios de comunicación, no interesan, hasta que un día haya que lamentar un mal mayor y entonces y solo entonces reaccionaran unos y otros. Los que callan cobardemente y los que consienten que éste y otros hechos se lleven a cabo sin perseguir y castigar a los culpables.

Madre de Dios, la que se hubiera armado si alguien profana pongamos por caso una mezquita, por ejemplo de las muchas, muchísimas, que se levantan en Cataluña. Se hubiera pedido la cabeza de obispos, arzobispos, primados y cardenales y de ahí para abajo, todos los demás. Ante tanta vileza, valentía; ante tanta provocación, denuncia; ante tanta vejación, contundencia en la respuesta. Los pusilánimes, en la Iglesia Católica también hay unos cuantos, no sirven para nada.

Los que esparcieron por el suelo las manos y la propia cabeza del Señor destrozada, sabían muy bien lo que hacían. El símbolo de La Roda, al margen de creencias religiosas, destrozado en un mes tan significativo como este. Resulta revelador que también les moleste la imagen del Señor. Y luego hablan de Boko Haram. ¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!