Hubo un tiempo en el que Pedro Sánchez, recién llegado al anhelado por su mujer Palacio de La Moncloa, aseguraba que haría realidad una vieja aspiración: acabaría con el enchufismo y la endogamia, cerraría para siempre a cal y canto, cosa de la que blasonaba constantemente en la oposición, las puertas giratorias y, en fin, acabaría con ese hábito propio de la derecha, según Sánchez, de nepotismo, de enchufismo, de arbitrariedades, de colocar a dedo a familiares y amigos. El presidente demuestra cada día que no se le puede dar ningún valor a prácticamente nada de lo que dice. No ya en un mismo día, sino en una misma alocución puede decir una cosa y la contraria. Lo ultimísimo: abrir las puertas giratorias que quería cerrar.

Una cosa es predicar y otra dar trigo, una cosa es gobernar y otra muy distinta estar en la oposición. Todo aquello de lo que se blasona en la oposición se olvida en la gobernación. Las rectificaciones y los cambios de opinión de Sánchez sobre asuntos que afectan a la raíz de su ideario socialista son constantes poniendo de manifiesto la poca o nula consistencia de sus principios. Del dicho al hecho, un trecho como ha quedado demostrado con la propuesta de nombramiento de consejeros de Enagás, al ex presidente de la Generalitat, el socialista José Montilla, y al ex ministro y ex secretario de Organización del PSOE, José Blanco.

La falta de escrúpulos del inquilino de la Moncloa queda de manifiesto al adoptar esta y otras cuestiones criticables en plena crisis del covid-19, que ha tenido como consecuencia económica el aumento del paro hasta cifras insoportables. Lo digo, más que nada, porque mientras unos esperan cobrar los ertes o pasan directamente a engrosar las cifras del paro, otros, los ex altos cargos socialistas, dispondrán de suculentos sueldos que rondan los 160.000 euros. Pedro Sánchez ya ni disimula. Lo hace a la brava. Como tiene la sartén por el mango y el mango también, actúa a la brava y abre de par en par las puertas giratorias. Privilegio del que solo pueden disponer él y su vicepresidente segundo.

Cuán lejos quedan las declaraciones en 2014 del entonces aspirante a la Secretaría General del PSOE. Ya entonces se inició en la mentira y en ella continua instalado convirtiéndola en una patología que algunos expertos se han atrevido a criticar. Para seguir haciendo lo mismo que hicieron sus antecesores, no sólo del PP, también Zapatero se empleó a fondo con las puertas giratorias, no ha necesitado alforjas. Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.