Horteras del mundo, uníos. En torno a las televisiones y las redes sociales donde todas las voces valen lo mismo. La del sabio y la del necio. Del bondadoso y del criminal. La del que se preocupa por recibir la información desde las diferentes caras del prisma ideológico y la del que sigue siendo monocanal. El ilustrado y el ignorante. El brillante y el zoquete.

Horteras del mundo, buscad una causa, a ser posible lejana de forma que la distancia impida ver los matices y elevadla a categoría de universal. A ser posible falsa o cuando menos sacada de contexto. Lo suficientemente ajena a vuestra circunstancia vital como para que no requiera una renuncia personal a nada; ningún sacrificio; ningún reconocimiento de culpa directa; ninguna exigencia de cambio en vosotros mismos.

Horteras del mundo pintaos una sonrisa tristemente beatífica o unas lágrimas fingidas. Bienvenidas seáis, plañideras de la modernidad, que al modo de las antiguas cobráis, si no siempre en denarios, sí en la autocomplacencia que es vanidad propia de quienes se creen salvando el mundo desde su cómoda burbuja.

Porque una cosa es desear, por legalidad y humanidad que la justicia caiga con fuerza sobre el policía homicida cuya rodilla acabó con la vida de George Floyd en Minneapolis y otra convertirlo en un espectáculo de fuegos artificiales, con actuación en Operación Triunfo incluida. Todo ello en un país donde nadie sabe situar en el mapa Minneapolis y no todos, Estados Unidos. En un país que escasa y tardíamente ha decretado un luto meramente formal que no real por cuarenta y cinco mil fallecidos en tres meses, de los que no solo nos niegan la imagen sino hasta el propio reconocimiento de su muerte en un macabro baile de números, estadísticas e indignidad política y de los medios de comunicación.

Porque al final, en esta sociedad de masas, manipulada y manipuladora, el efecto del aleteo de una mariposa genera huracanes solo cuando hay foto y el viento se desplaza por los extremos y normalmente desde la izquierda hacia la derecha. Que en EEUU gobierne Trump -democracia no es sinónimo de gobierno de los mejores ni las elecciones evitan que el macarra del barrio pueda ser el elegido- es propicio para desenterrar el fantasma de Malcolm X y la opresión racial, olvidando que el anterior presidente era de raza negra o que la alcaldía bajo cuyo mando está el policía homicida no es republicana sino demócrata.

Lo que no veremos son rodillas en tierra pidiendo perdón o besando los zapatos de las víctimas del terrorismo en España, o de aquellos niños perseguidos y marginados porque sus padres han querido que estudien en español en Cataluña o Baleares. Tampoco a los que ahora vuelven a presumir de ser comunistas, por el racismo y los crímenes en Venezuela, Cuba, China o la bota soviética. Así que como los horteras siguen a lo suyo, mientras escribo escucho grandes éxitos de la discográfica "negra" Motown y me tomo un buen café. "Frap-pé", para estar al día, claro.