Solo una Ley podía acabar con pajitas y bastoncillos. La futura Ley de Residuos, se encargará de ponerlos fuera de juego en julio de 2021. Nos hemos aficionado a unas y otros, a pesar de la mala prensa que por ejemplo tienen los bastoncillos, y va a ser muy difícil 'desacostumbrarnos'. La ofensiva del Gobierno contra los plásticos de un solo uso es un hecho. Entiendo perfectamente la preocupación gubernamental a sabiendas de que más del 80% de la basura marina está formada por este tipo de desechos. No nos hemos conformado con hacer de la tierra un estercolero, también hemos probado con el mar hasta dejarlo hecho una cloaca en la que se alimentan también sus habitantes.

Pajitas y bastoncillos tienen los días contados. Sé de muchas personas que tienen intención de hacer acopio de unas y otros, a ver si por su culpa se encarecen ahora estos productos que ayudan lo suyo. Cuantos ancianos toman sus bebidas merced a ese canutillo en cuestión. Cuantos bebés y cuantos que no lo son, se limpian el conducto auditivo con el bastoncillo. Se nos ha dicho en infinidad de ocasiones que hay que abandonar esa costumbre si queremos preservar nuestros oídos de males mayores, pero hete aquí que como son tan socorridos, no hay hogar donde no haya una o varias cajitas conteniendo esos artilugios.

Bastoncillos y pajitas no viajarán solas a su destierro definitivo, estarán acompañadas por una corte de cubiertos y vajillas desechables, cosméticos y detergentes con microplásticos. La ofensiva contra el plástico es brutal. Sólo que deberían tener ya identificados a los sustitutos de estos utensilios. ¿Qué haremos sin pajitas? En cuanto a las botellas de agua y otros bebedizos azucarados, la cosa es más fácil, que sustituyan los envases por otros de vidrio. El agua mineral, las colas y otros refrescos al uso saben mucho mejor al paladar cuando proceden de botellas de vidrio en lugar del socorrido plástico de lo más insano. Merendar en el campo supondrá llevarse los utensilios que se usan todos los días. Si el plástico va a desaparecer, no entiendo por qué el Gobierno plantea un impuesto a los envases plásticos con el que recaudaría más de 700 millones de euros. No hay conciencia ecológica, hay conciencia recaudatoria. Al final pasará como con las bolsas del supermercado, si las quieres, porque las necesitas, las pagas religiosamente y si no siempre quedará la posibilidad de llevarla de casa o recurrir a las que Caja Rural nos ha regalado a los zamoranos que guardamos nuestros caudales en sus oficinas y que, además de monas, son absolutamente ecológicas