En una antigua leyenda oriental se narra la historia de un joven emperador que mandó a buscar una bruja de su imperio, pues se decía, que tenía la capacidad de ver el hilo rojo del destino que une a un ser humano con otro.

Cuando llegó ante él, le preguntó que buscara y le señalara a la persona que llevara su hilo rojo atado al dedo meñique y que sería su esposa. Tras hacer sus encantamientos, la bruja lo llevó ante una campesina andrajosa que tenía a un bebé en sus brazos. Furioso empujó a la campesina, cuyo bebé se resbaló y cayó al suelo, haciéndose una herida profunda en la frente. Lleno de ira, por lo que consideraba una falta de respeto hacia su persona, hizo que a la bruja le cortaran la cabeza.

Años después, el emperador iba a casarse con la hija de un poderoso general y cuando levantó el velo de la cara de la novia, comprobó con estupor que aquel bello rostro tenía una curiosa cicatriz en su frente.

También hay otra historia sobre el deber de cruzar o no una línea roja, que hace referencia a la necesidad de no atravesar un límite o punto imaginario o de no retorno, porque una vez traspasado, la seguridad no puede ser garantizada.

Esta idea nació en 1928, a raíz del Acuerdo de la Línea Roja, entre los socios de una petrolera turca, que tuvieron que prometer no perseguir intereses independientes de la compañía, fuera de las fronteras del territorio otomano. El problema surgió, porque en aquellos momentos las fronteras de dicha zona que se plasmaron en el acuerdo se citaron de memoria y no coincidían con las reales. Y es que cuando la gente pierde la memoria, así acaba todo, malamente, tran, tran. A estos les falló por ignorancia, al desconocer los límites.

Y ahora, ya nada nos llama la atención aquí en nuestro país, donde la mayoría de los políticos que nos gobiernan pierden la memoria de un día para otro, no aceptando los reveses que el destino les depara y enredándose una y otra vez con las cifras, con las frases, con las ideas, con la falta de un verdadero programa. Todo parte de suposiciones que, si no coinciden con sus intereses, provocan que se comporten de forma voluble, intolerable, en una sociedad democrática, porque no pueden justificar ni su ignorancia, ni su falta de palabra. Recuerden que aún no les salen unas simples sumas de datos reales y creíbles sobre el número de fallecidos en nuestro país. Qué pasará cuando deban cuadrar los presupuestos. Una ruina.

Y en esas estamos.

El hilo rojo no se puede cortar nunca, por mucho que se vistan los lobos con las pieles de corderos. Lo de Bildu ha sido un ejemplo y no el único. Así es como van socavando la democracia.

Y, aunque malviven en una continua contradicción, todo en política lo tienen perfectamente calculado para provocar golpes de efecto y culpar al contrario de sus errores manifiestos. Sólo con una frase creen justificarse: "Todos menos yo son unos fascistas", y de eso comen.

Recuerdo al expresidente Zapatero cuando en medio de una crisis económica brutal seguía defendiendo que aquí no pasaba nada. Y lo peor es que él se lo creía. Y así nos fue.

En 5 veces en una misma comparecencia, el actual presidente del gobierno del desgobierno español ha afirmado ante toda España, que no pactaría con Bildu, para que nos quedara claro a todos los españoles menos a él, que sabía que haría lo contrario para seguir en el poder, como tiene por costumbre. Y pactó. El hilo rojo no se romperá nunca. Son todos ellos iguales.

Y en una entrevista que le hizo Susana Griso a la ministra Carmen Calvo, que circula por las redes sociales, esta afirmaba muy convencida lo siguiente y transcribo:

"Nosotros no vamos a apoyar a Bildu, eso son líneas rojas. Los socialistas con nuestras virtudes y nuestros defectos, como es lógico, somos gentes muy de fiar. Todo el mundo sabe con nosotros a qué se puede atener, cuáles son los principios y las líneas que pasamos y desde luego nosotros no vamos con Bildu.

Es cosa sabida y por lo tanto veremos finalmente cómo iniciamos allí también las negociaciones, pero somos un partido, el único quizá, que está en todo el ámbito territorial de España en todos los niveles, por lo tanto, nosotros haremos cosas coherentes. A nosotros también nos obliga la coherencia y la lógica de lo que hacemos y desde luego ahí tenemos una línea roja que todo el mundo conoce". Y después de soltar esta parrafada, los apoyó, cruzó la línea roja y se quedó tan campante.

Actúan como el emperador de la leyenda.

Las frases que ustedes pronuncian, con su jefe Pedro Sánchez a la cabeza, ya hace tiempo que, desde el mismo momento de decirlas, están vacías de significado, "somos gentes muy de fiar", el mundo sabe con nosotros a qué se puede atener", "nosotros haremos cosas coherentes", y sin embargo, sus hechos demuestran lo contrario. ¿Pero en qué país creen que viven?

En su falta de orden y disposición del plan que no tienen, nos acaban sumiendo en un estado de confusión y desorientación en el que cada día se produce algo inesperado y sorprendente que nos sobrecoge.

Y así nos mantienen a muchos españoles, desconcertados, sin saber por dónde tirar o a qué atenernos, de sobresalto en sobresalto. Y es que ya está bien, les sobra tanta soberbia y les falta tanta preparación, que dan pena, es mucho el ridículo que están haciendo. ¿Cuánto tiempo más necesitan para reconocerlo?

Con lo fácil que es hablar menos y hacer lo correcto, y es que, lo que defienden a capa y espada en los mítines, lo olvidan automáticamente en cuanto pillan puesto.

Esto, es muy preocupante y deberían empezar a mirar el diccionario, para revisar conceptos como: lógica, confianza, gente de fiar o coherencia: que es la relación lógica entre dos elementos de modo que no se produzca contradicción ni oposición entre ellas, o la cualidad de una persona que actúa en consecuencia con sus ideas o con lo que expresa.

Todo esto se aprende en casa y en la escuela, además de las sumas y las restas y las multiplicaciones y las divisiones. Esa es la única manera pactada y fiable para que salgan todas las cuentas.

De momento, como no cuadra nada de lo que dicen o hacen, muchos ciudadanos se intentan proteger de todos estos que se traicionan hasta a sí mismos, y repiten sin sentido continuamente, confiad en nosotros, todo se arreglará. Papel mojado.

Y seguimos en el punto de partida, sin ninguna respuesta coherente a los problemas que se presentan, porque los que nos gobiernan desconocen que la integridad es decirse la verdad a uno mismo y la honestidad consiste en decírsela a los demás.