El vicepresidente segundo del Gobierno, cuando aún no lo era pero había iniciado ya su carrera política desde la televisión y las clases como profesor (asociado), les decía a los marxistas ignorantes, es decir, a los lectores de "El Capital", que no todas las palabras pueden utilizarse sin más. Se puede y debe decir democracia, atribuida siempre a los nuestros, pero nunca, jamás de los jamases, dictadura. Se acabó, pues, defender como hacían Marx y Lenin la dictadura del proletariado aunque, al decir del profesor (asociado), siga siendo la democracia mejor. Dictadura es lo que hacen todos los demás.

Pero el problema es la palabra, no el concepto, así que hay que luchar en favor de la dictadura del proletariado pero poniendo mucho cuidado en llamarla de otra forma. Democracia del proletariado es una expresión mucho más eficaz y conveniente siempre, claro, que se precise también qué quiere decir la segunda parte. En tiempos de Marx, el proletariado era la clase social que tenía solo derecho a la prole aunque, dado que a la clase enfrentada, la capitalista, le era imprescindible seguir contando con mano de obra en condiciones de semiesclavitud, o esclavitud completa, a los proletarios había que darles lo necesario para que no se muriesen de hambre.

La democracia del proletariado no puede ser lo mismo en los tiempos actuales; hay que redefinir la palabra para que en ella entre quienes tienen derecho a la prole, al sustento mínimo y, ya que estamos, a una vivienda unifamiliar con jardín y piscina. El problema es que dueños de casas así los hay a puñados y en forma alguna se les puede admitir a todos entre los proletarios; son lo contrario, lo que antes se llamaba capitalismo y en estos tiempos se conocen como casta.

Entiendan ustedes, marxistas casi analfabetos: lo importante es precisar muy bien cuáles son los propietarios de chalet-proletarios y los propietarios de chalet-casta. A los de la primera clase les distinguen algunos signos externos, como lo de llevar vaqueros y nunca corbata pero, ¡ay!, las modas son tan antojadizas que igual te encuentras con un zarrapastroso que piensas que pide limosna y resulta ser consejero delegado de una multinacional.

Hay que fijarse bien, pues, marxistas anticuados, en ciertos complementos inconfundibles. El mejor, el del curro actual. Si hay que convertir la dictadura del proletariado en la democracia contra la casta necesitamos seguir la luz del liderazgo que viene de la vicepresidencia primera. Y para quien ande flojo a la hora de llevar las cuentas, hay otra pista: la mujer del proletario postmoderno, que sea ministra también.