Nissan Barcelona ha anunciado el cierre de su fábrica en la Ciudad Condal. A los ERTEs sin resolver y los EREs anunciados, se suma el cierre definitivo de esta factoría que deja en la estacada a tres mil trabajadores directos a los que hay que sumar 20.000 puestos indirectos. Es el prólogo del otoño caliente que anuncian los expertos. Un otoño caliente en lo laboral y social y puede que también en lo sanitario. Para Fernando Simón, "en Nissan habría 1 o 2 despidos aislados como mucho?" pero bromas y chistes a parte el asunto es peliagudo porque el de Nissan es el primer eslabón de una larga cadena de anuncios que hay que resolver con diálogo y con la necesaria estabilidad política que ha brillado por su ausencia en Cataluña y en el resto del territorio nacional.

Lo cierto es que el pasado enero, Pedro Sánchez tuiteaba desde Davos que el mantenimiento del empleo en la planta automovilística en Barcelona estaba "garantizado". La viabilidad de la factoría estaba en el aire y de nada sirvió la reunión de Sánchez con los responsables europeos de Nissan que venía arrastrando unos malos resultados económicos a nivel global, a lo que se sumó para terminar de fastidiarla la crisis del coronavirus y la falta de un plan del Gobierno para el sector del Motor. Y si fuera solo eso. La falta de interés del Gobierno por todo lo que no sea mantenerse en el poder empieza a dar grima.

España se hunde en un mar proceloso de ertes que no se cobran, eres que se anuncian y cierres que se consuman. Como no cambie el clima y no precisamente el meteorológico, van a terminar poniendo el letrero de 'cerrado' a toda España, especialmente a la España más vulnerable. Todos los territorios no son iguales, como tampoco lo están siendo las desescaladas. Cataluña y el País Vasco por mor de los pactos, de las abstenciones y de los apoyos, son las grandes privilegiadas frente a otras comunidades en las que sus propios Ejecutivos se rebelan aun siendo del mismo signo que el Gobierno de España.

Los efectos del COVID-19 han dado o siguen dando un palo de muerte al mercado laboral. Tras poner cerco al virus, habrá que poner cerco al paro que desangra a miles de hogares españoles. Las subvenciones del Gobierno llamadas de mil formas diferentes no son la solución. La solución pasa por crear puestos de trabajo, por hacer a los trabajadores sentirse útiles, por arbitrar medidas y soluciones que inviten a venir para quedarse, en lugar de marcharse, a las grandes empresas multinacionales.