El momento actual de estado de alarma que poco a poco intenta recuperar los cauces normales, va a traer situaciones difíciles en todos los ámbitos de la sociedad, también en lo judicial. Este parón traerá situaciones de saturación en todos los juzgados, haciendo todavía más largos los procesos y, por lo tanto, mayor desesperación para las partes y los usuarios de la justicia. Ya sabemos que una justicia lenta no es justicia.

Ante esta realidad que llega, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) está ultimando un plan de agilización de asuntos judiciales a través, entre otras medidas, de la mediación, tanto extrajudicial como intrajudicial, estableciendo esta medida como requisito previo en algunas materias pudiendo introducir una sanción, a nivel de costas procesales a la parte que, sin causa justificada , decida no acudir a mediación como ocurre desde hace tiempo ya en otros países de la Unión Europea ,(Alemania, Italia, Reino Unido, Holanda, Francia, Grecia, Portugal,?etc.).

Al optar por la mediación tenemos a nuestro alcance la posibilidad de llegar a acuerdos elaborados desde el conocimiento de los hechos como partes interesadas, ser los protagonistas de la resolución del conflicto, agilizando la solución en días o pocas semanas y evitando los sobrecostes tanto emocionales como económicos e incertidumbres que ocasiona la judicialización de los asuntos. Además, los acuerdos alcanzados son más duraderos en el tiempo porque son fruto de la negociación y el consenso entre las partes.

Decíamos que esta crisis sanitaria está afectando a ejes considerados imprescindibles de un país, - el económico, el laboral, el educativo, social?- viéndonos todos afectados tanto de forma individual como familiar, repercutiendo en la estabilidad económica y, por ende, emocional de los individuos, ocasionando un mayor número de rupturas familiares.

Afortunadamente, hoy existen más herramientas al alcance de todos para poner fin de manera más civilizada a una relación entre dos personas, y así, romper los vínculos que en su día se establecieron como sociedad conyugal o mercantil, sin olvidar por ello, si fuera el caso, que lo que se rompe es la relación de pareja pero no la responsabilidad como padres. Esta apreciación no parece estar clara en algunos casos, dándose una irresponsabilidad en el cumplimiento de funciones, que como padres han adquirido en cuanto a la educación, sustento, cuidado y bienestar de los hijos.

La decisión de poner fin a una relación es, sin duda alguna, la situación más difícil de afrontar a lo largo de nuestra vida, los miedos a lo que vendrá después, a cómo afrontar la nueva vida, abogados, juicios, recursos...etc. Un auténtico calvario que hace mella en lo físico y en lo psicológico a cada uno de los miembros de la familia.

Los hijos. ¡Lo más importante! ¿Cómo gestionar con los hijos la ruptura?

Cómo asumirán los cambios y cómo se adaptarán a la nueva situación, si les influirá en su rendimiento escolar y en sus relaciones sociales. Todo ello hay que prevenirlo y evaluarlo.

Hoy en día, son más los despachos de abogados que cuentan con profesionales en otras materias que brindan a sus clientes, el apoyo emocional durante el tedioso proceso de separación, para que este finalice dotando a las partes de una serie de habilidades y estrategias que les permitan gestionar las nuevas situaciones con éxito.

(*) Experto en Mediación Civil y Mercantil por el CEU. Psicopedagogo, Doctorando en Psicología. Coach, PNL.