En las últimas décadas hemos sido testigos de la arrogancia con la que la mayoría de los defensores de lo que llamamos "residencias para mayores" han tratado el tema, yo siempre he estado en contra porque no veo en la generalidad de ellas lugares adecuados para vivir las personas mayores sino residencias para estabularlas, que es muy diferente lugares para vivir.

Verán, hace un par de años una amiga mía tuvo un accidente de tráfico y fui a visitarla al hospital varias veces. Yo veía un orden y una actitud positiva en las personas que allí había -enfermos, sanitarios y familiares- y salía optimista. Después mi amiga pasó a una residencia para completar su curación con ejercicios de rehabilitación. Pese a que mi amiga me decía que en la residencia la cuidaban bien, yo salía de ella deprimido. En algunas ocasiones más he tenido que ir a visitar a otros amigos o familiares a otras residencias y siempre me ha sucedido lo mismo. Explicarles literalmente el por qué me deprimen no es el tipo de literatura apropiada para una columna optimista.

Ya hace tiempo que mi amiga salió de la residencia completamente restablecida de sus lesiones y le he pedido si puede explicarme ¿por qué yo, que solo conozco las residencias por las visitas, tengo un concepto tan diferente que ella de aquel lugar? Quizás sea porque yo solo fui allí para que me ayudaran en las dificultades motoras que tenía y en ese aspecto todos los empleados cumplieron, pero yo no era una residente que se comportara según los patrones promedio de los grupos respectivos de edad y cualificación.

Las mañanas las pasaba leyendo la prensa y haciendo los ejercicios de rehabilitación prescriptos. Después de la comida pedía un taxi y me iba a pasar la tarde al casino local, al ateneo, al cine o a una tertulia de la que soy asistente habitual. Cuando regresaba a la residencia pedía la cena para la habitación y ya no salía de ella hasta la mañana siguiente. Yo no valgo para tu ideal de cuidados a los ancianos en residencias, entre otras cosas porque yo no era una anciana.

Desde el punto de vista político y económico este tipo de estabulación de las personas mayores ha dado, hasta ahora, excelentes resultados políticos y ha generado buenos ingresos al Estado, pero ni es un modelo económico creador de riqueza, por un lado, ni de bienestar social por otro.

La crisis que ha originado la pandemia del "coronavirus" en las llamadas residencias de nuestro país es de proporciones bíblicas y la forma en que se ha actuado con los residentes nos debería llenar de vergüenza. El fracaso es de tal magnitud que obligará al Gobierno, cuando esto finalice, a elaborar una Ley que garantice los derechos de los mayores aunque estén confinados en una residencia.

En muchas ocasiones de mis visitas tuve la sensación que a la mayoría de los compañeros de mi amiga los habían llevado allí sin otra perspectiva que la de pagar a alguien el cuidado de sus últimos días. Entonces supe que había perdido mi pequeña guerra contra el actual modelo de residencias para mayores, porque ninguno protestaba de su situación. Pero yo debía seguir explorando otras posibilidades. Hay infinidad de programas que intentan orientar a los mayores para hacer un "envejecimiento activo". Algunos de esos programas se pueden llevar a cabo en el seno de las asociaciones para mayores de cada barrio de las ciudades o de los pueblos, debido a que el estado en que se encuentran los socios les permite realizar muchas actividades siempre que haya un profesor cualificado al frente, esto no siempre es factible y en cualquier caso nunca cubre el abanico de aficiones de los socios.

Hace algún tiempo estuve ejerciendo mi profesión durante unos años en un pueblo del interior en Palma de Mallorca y vi como poco a poco una urbanización en uno de los pueblos de mi comarca iba siendo ocupada por jubilados alemanes que por consejo de sus médicos para aliviarse de sus enfermedades crónicas se compraban allí una vivienda y se hacían residentes fijos. Pronto empezaron a organizarse socialmente para no hacer una vida sedentaria, los únicos vínculos que les unían eran la lengua y el ser jubilados. Para relacionarse entre sí crearon un club, más tarde fueron creando pequeños campos de deportes. Cuando he vuelto a visitar a los amigos que dejé allí ya no había solo germanos se hablaban varias lenguas, entre ellas el español. Aquella urbanización primera se había convertido en un barrio de jubilados, el club lo han ampliado de tal forma que parece el casino de una gran ciudad por la diversidad de actividades que se pueden realizar, desde leer la prensa diaria de varios países, los alemanes han creado un periódico para las islas, practicar diversos juegos de mesa y alguna vez disfrutar de una buena película, de algún baile o de una conferencia.

En el club hacen el pedido del día y lo reciben en sus casas respectivas y las necesidades médicas las tienen cubiertas con un consultorio médico. Con frecuencia hacen visitas guiadas por toda la isla y en muchas ocasiones reciben visitantes de otras urbanizaciones que siguen el mismo patrón de comportamiento. El problema cuando acabe la pandemia no es elegir entre continuar como estamos sino buscar un verdadero sistema que tenga en cuenta que quien entra en la edad de jubilación es una persona, la mayoría de ellos con todas sus facultades intelectuales al completo y con una gran carga de sabiduría adquirida en el devenir de su vida, no un jubilado al que hay que marcar como si fuera ganado de una finca. Hace tiempo que hay en algunos partidos políticos unanimidad en que la vida de los seres humanos no finaliza por el hecho de cumplir la edad para jubilarte de la profesión que estabas ejerciendo, ahora lo que está en discusión es el nuevo modelo que es necesario implementar. Solo se necesita estar bien organizados administrativamente el envejecimiento activo no es tan caro.