Recurro a San Mateo (25:35-45) para romper una lanza en favor de los sacerdotes zamoranos tan vilipendiados injustamente, a los que se ha querido convertir en carne de linchamiento con un desconocimiento absoluto de la realidad. "Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.". Esa es la sagrada misión que sigue llevando a cabo, también en tiempos del Covid 19, la comunidad de sacerdotes y religiosos de Zamora. Son pocas las personas que saben, porque a eso no se le da publicidad alguna, no interesa, el número de sacerdotes zamoranos, con nombres y apellidos, contagiados, que han estado ingresados o confinados en sus domicilios, a las puertas de la muerte y que a día de hoy sufren secuelas importantes. No se contagiaron en un bar o en una verbena. Se contagiaron asistiendo a quienes necesitaban su apoyo.

Ellos y ellas no son menos vulnerables que el resto de ciudadanos. Y si su presencia pública se ha visto restringida es porque no se les autoriza, porque se busca la confrontación si hacen caso omiso. Mientras un imam puede en plena vía pública convocar a los fieles musulmanes, un sacerdote católico debe mantenerse enclaustrado. Sacerdotes que, a diferencia de otros colectivos, lejos de subir a los palacios, han bajado a las cabañas, han pisado el barro y han llevado auxilio a quien lo ha necesitado. Pero es que, estas cosas, repito, no se divulgan. Se hacen y punto. La crisis humanitaria que padecemos ha sido la gran preocupación de estos hombres y mujeres que, una vez más han estado junto a los sin techo, junto a los parias de Zamora, junto a los ancianos, junto a los solos y desasistidos, junto a los pobres de solemnidad, repartiendo algo más que caridad. La mejor prueba la constituye Cáritas, organización de la Iglesia Católica que nunca ha supuesto un negocio de beneficencia, sino un quebradero de cabeza, en muchos casos, para sus responsables, ante la magnitud de la demanda.

Su guía, el Evangelio. Lo recuerda Mateo: "En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis". "Entonces dirá también a los de su izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles" "Porque tuve hambre, y no me disteis de comer, tuve sed, y no me disteis de beber, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y no me visitasteis". Sin comentarios.