Menos mal que los amigos que pueden salir, me van contando lo que acontece en la calle. Las imágenes no son muy alentadoras. No tanto por el vacío, que ya no es tal, como por el pasotismo y la irresponsabilidad de algunas personas que parecen haberse tomado a broma esta situación por la que atravesamos y que no ha remitido todavía. Mi amiga Patricia ha estado saliendo todos los días, completamente blindada, para que Bosco, el buenazo de su perro, pudiera orearse y desfogarse un ratito en el parque aledaño a su casa.

Las fotos que todos los días me ha estado enviando puntualmente mi amiga, dejaban en muy mal lugar al servicio de Parques y Jardines. Digo yo si, a lo mejor, quién sabe, ha permanecido sin actividad a lo largo del largo confinamiento y de ahí el espectáculo. El susodicho no era otro que el imperio de la hierba sobre las flores y sobre el escaso césped que alfombra esa zona en concreto del Parque de Eduardo Barrón. Si estarían crecidas de narices que en alguna instantánea hay que realizar un acto de fe para imaginar que un precioso pelo canela que asoma entre los hierbajos es el bueno de Bosco. Y Bosco tiene una envergadura importante. Suele decirme Patricia con mucha guasa que, a veces, no sabe si saca ella al perro o el perro la saca a ella.

Debo decir, para hacer honor a la verdad, que el pasado miércoles se procedió al arreglo del parque en cuestión. Las nuevas instantáneas que me ha enviado mi amiga Patricia dan fe de ello. Han desaparecido los altísimos hierbajos y aquello, en lugar de una selva, empieza ya a parecerse a lo que siempre fue. No es que sea un parque de película o de exposición, es feo de narices y está muy dejado de la mano responsable de Parques y Jardines. Podían adecentarlo un poco más y endosarle unos parterres de petunias, pensamientos o de humildes geranios que también lucen bonitos en esta época, por lo menos ha recuperado un aspecto más digno.

Lo que me llama la atención es que durante todo el confinamiento no se haya actuado sobre esa parcela ciudadana en concreto. No se puede abandonar la ciudad de esa forma. Necesitamos color, necesitamos ver florecer la primavera que el Covid nos ha hurtado. Necesitamos elementos que nos aboquen a la alegría. Necesitamos oler a primavera, que ni eso. Zamora debe cuidar su aspecto como la gran señora que es. No ya por los demás, sino por nosotros mismos que también nos lo merecemos. Aunque, a veces?