No sabemos elegir bien a nuestros países "amigos". En los momentos más severos es cuando podemos saber con quién contamos ¿Qué ha hecho EE UU, la UE o Arabia Saudí, por España o Italia en esta crisis sanitaria? Diríamos con una expresión muy española: cero patatero. Países como Rusia, Cuba y China nos están enviando medios y profesionales de la sanidad y servicios públicos para ayudarnos en la pandemia del coronavirus. Pero no han enviado soldados porque esto no es una guerra.

Ya que, si lo fuera, sería ridícula nuestra posición inicial. Cómo queremos ir a una guerra sin llevar fusil, ni cantimplora ni mochila de primeros auxilios. Nuestra sanidad estaba escasa de sanitarios y medios para esa batalla del coronavirus. Y nosotros no digamos: nada de nada teníamos. Desconocemos cuál es -o será- la mejor receta estratégica contra este bicho del coronavirus ¿El modelo chino, el de la UE, o el anglosajón, o el de los países tercermundistas?

Las democracias, incluidas la de la UE y la nuestra, sí tienen como objetivo la supervivencia de los ciudadanos, y no la de las industrias que producen enfermedad. Digamos que esto ha ocurrido en variospaíses totalitarios como en China, Corea del Norte y otras dictaduras.

Pero menos aún, los populismos de Johnson, D. Trump, Bolsonaro y la democracia vigilada de Corea del Sur, han sabido apostar por la salud de sus ciudadanos, sino más bien por salvar la economía de los grandes poderes financieros. Hasta que les llegó el bestial zarpazo de la pandemia. Tampoco nuestros líderes políticos españoles y de la UE han sido muy responsables y eficaces con la gestión de esta pandemia.

Lo visto y oído estos días en TV y Radio, en "prime time", cuando los jefes militares y policiales comparecían en ruedas de prensa del Gobierno, con un discurso excesivamente castrense y lenguaje y tono muy belicista, me puso los pelos de punta. Han abusado de la terminología militar y de la tecnología informática de guerra aplicada a esta crisis sanitaria. Y cierto tufillo a autoritarismo ha llegado con la cuarentena del coronavirus. Y recorre las desiertas calles de nuestras ciudades y de nuestra democracia.

Esta lógica policial y belicista del control tecnológico (apps., cámaras de control -antes de tráfico, ahora de personas y vehículos-, drones, etc.), se está imponiendo en nuestras vidas y tardará -si se va- en marcharse. Con ellas se fomenta el miedo, y con él la vigilancia mutua, los chivatos, los represores espontáneos, nuevos policías de barrio, y desde los balcones, las viejas del visillo.

Frente a la obediencia ciega, la responsabilidad. Frente a las órdenes militaristas, la pedagogía. Frente al control de las personas, la solidaridad. No somos soldados, somos ciudadanos en libertad.

Estas cosas, a mi edad, no las he vivido nada más que en el 23 F: una jornada eminentemente castrense por el golpe de Estado. Los militares, desinfectando residencias de ancianos o centros públicos, o fumigando lugares comunes, o construyendo servicios sanitarios para los ciudadanos, bien que estén. Pero ahí, por ejemplo, en controles de ciudadanos, o custodiando militarmente las calles zamoranas, la Plaza Mayor, la Casa Consistorial, la Catedral, Santa María la Nueva, la Universidad, parece que no. Estas escenas bélicas en nuestra ciudad solo deben aparecer últimamente en la ficción del cine o TV .

Eso sí, agradecemos enormemente que destacamentos del Ejército, la UME, la Guardia Civil, la Policía nacional y municipal, se pongan al servicio de laos ciudadanos para ayudar a superar esta jodida pandemia. Algunos de ellos serán héroes y su sacrificio bien merecen nuestra gratitud y aplausos. Pero lo hacen como servicio civil no bélico, por dios.

Algunos me han dicho ante esta reflexiones: "Con el buenismo y el bonitismo de los progres no se ganan las guerras. Ni se alcanza la derrota del enemigo con espíritu crítico y reflexión. La tropa, nosotros, tiene que tener disciplina y acatar sin rechistar, confiando mucho en el mando. Y con liderazgo de un Gobierno, mejor militar que civil".

¡Hasta aquí hemos llegado! ¡No somos soldados, por dios! Los liderazgos militaristas - y populistas-son de otros tiempos. Afortunadamente, millones de españoles no sabemos lo que es una guerra, excepto los que vivieron la confrontación civil del 36, algunos muy ancianos ya. Nuestros hijos e hijas, nietos y nietas no han vivido ni la mili ni el Servicio Social femenino.

Ahora, muchos autollamados patriotas aplauden -desde las ventanas y balcones- a los héroes contra el coronavirus. Estos titanes de la sanidad que son entronizados a los altares por los mismos que les quitaron presupuesto y derechos con los recortes de los servicios públicos años atrás. Indigna tanta hipocresía, sobre todo del PP y de la derecha radical, por lo que hizo y hace en algunas comunidades autónomas donde mandaban o siguen mandando.

Resistimos, resistiremos, y acatamos razonable y responsablemente este aislamiento social, colaborando en nuestras posibilidades a reducir y acabar con la pandemia del coronavirus. Lo hago por compromiso, por empatía y solidaridad, nada de milongas patrioteras fanáticas. Lo haremos -quedarnos en casa-, los que confiamos, en la Ciencia e Investigación y en la Sanidad Pública de España. Y es que nos lo reclama con razonamientos sólidos, no cuarteleros.