¿Qué ha pasado con la Semana Santa que bien que nos ha hecho la pascua este año? Porque además de dejarnos solos con la procesión que va por dentro y descolocarnos el calendario por no venir a la cita con las calles, nos ha descolocado los pasos, que no han esperado el anuncio del barandales y han ido desfilando sin orden ni más concierto que el de los miembros de la Banda de Música de Zamora, sonando desde balcones y ventanas en medio de aplausos, como si en vez de estar en esta ciudad se tratara de Sevilla.

En la larga Cuaresma de balcones y azoteas que hemos vivido -cuarentena este año- el paso de La Coronación que tenía que esperar a salir el Jueves Santo, se ha extendido antes de tiempo por calles, casas, hospitales y UCIs. Y al dolor por la corona que en lugar de espinas es de un virus con su mismo nombre, se une la premonición de lo que supone: el inicio del Calvario.

Fue desfilar la coronación del coronavirus, y otro paso de la misma cofradía de la Vera Cruz salió urgentemente al paso, de manera que en toda Zamora (y España y el mundo entero) empezamos a lavarnos las manos como si en ello nos fuera la vida. Sólo por imitación, este año Pilatos lavándose las manos sería el personaje más popular de la Semana Santa. Pero nada tiene que ver con el paso de El Lavatorio (del mismo autor que el anterior, Higinio Vázquez), en el que Pilatos se lava las manos para permitir con su cobardía la muerte en lugar de apostar por la vida como hacemos nosotros.

Cerrados los establecimientos de hostelería y prohibidas las reuniones familiares y los viajes de los que viven fuera de Zamora que venían a celebrarla en casa de los padres y abuelos, La Santa Cena (Fernando Mayoral) va a ser el paso que más vamos a extrañar. No solo por el pan de vida y el vino de salvación, sino por esas comidas y cenas y abrazos compartidos con la familia y los amigos que tendrán que esperar más allá del "dos y pingada" y otras romerías, incluidas las laicas como Villalar (y a ver si para el 1 de mayo...)

Cuando escribo esto, el anónimo y popular Nazareno de San Frontis y el Jesús de Luz y Vida de mi buen profe y mejor persona Hipólito Pérez Calvo, están dando ejemplo a los zamoranos de que no podemos salir a la calle. No atraviesan por prudencia el Puente de Piedra con sus pasos hasta la margen izquierda, ni se acercan al cementerio, compartiendo la misma tristeza de quienes en estos días no han podido decir adiós como en La Despedida (Enrique Pérez Comendador), no han podido acompañar a sus muertos como el La Conducción al Sepulcro (José María Garros), ni llorarlos entre abrazos de consuelo como en el paso del Retorno del Sepulcro (Ramón Núñez).

Se han ido tan solo acompañados en su adiós por el dolor de La Dolorosa (Ricardo Segundo), La Amargura (Ramón Abrantes), el llanto de La Soledad y la búsqueda de una respuesta mirando al cielo de Nuestra Madre (las dos de Ramón Álvarez), que como mujeres coraje nunca abandonan a los suyos.

Tampoco abandonan las santas mujeres valientes que como La Verónica (Ramón Álvarez) nos proveen con sus máquinas de coser de las mascarillas y batas para enjugar el dolor; los hombres y mujeres que con sus manos de profesionales de la sanidad nos curan en los hospitales hasta el último suspiro, como las Tres Marías y San Juan (Hipólito Pérez); y las gentes solidarias que se incorporan al voluntariado también con toda su alma como la pecadora Magdalena (Ángel Marcé) y el Cirineo de La Redención (Mariano Benlliure), que es uno de los que tiene más peso, literal y sobre todo éticamente.

En hospitales y en casa, los enfermos de coronavirus desfilan en la procesión del Silencio con el Cristo de las Injurias, mientras algunos aprovechan para lanzar injurias y ofensas como hicieron con él los Caifás y Anás y sumos sacerdotes que aparecen en La Sentencia (Ramón Núñez) y El Ecce Homo (Gil de Ronza). A los que se valen de la tragedia para hacer propaganda y méritos políticos... ¡chsss! Silencio.

Frente a los sumos sacerdotes, sayones y Judas de nuestros pasos que reflejan parte de la sociedad de la época, la mayoría de la sociedad zamorana y de todo el mundo está protagonizando algunos de los mejores valores que dan nombre a los Cristos que no he nombrado de nuestros pasos. Los que acompañan con su nombre nuestros sentimientos: Angustias, Agonía, Buena Muerte, Yacente. Y nuestro consuelo: Cristos del Amparo y del Espíritu Santo. (Casi todos anónimos salvo el de la Buena Muerte atribuido a Ruiz de Zumeta y el Yacente de Francisco de Fermín).

También nuestra confianza en que todo se puede resolver, se siente acompañada al acompasar nuestros pasos cuando amanece que no es poco con La Esperanza (Víctor de los Ríos).

Esa esperanza con la que se inicia la propia Semana Santa el Domingo de Ramos, porque el paso que tampoco sale de La Borriquita (Florentino Trapero) este año es un merecido homenaje real a los campesinos que, humildes como la borrica, siguen sacando de la tierra el alimento que es vida. Y por supuesto es un homenaje como siempre a los niños que no pueden salir con sus palmas a la calle pero no han perdido la alegría en su casa. Y que si cumplen años reciben la visita de los "centuriones" municipales que nos protegen de las turbas de la insolidaridad. (Gracias).

De todos ellos, junto con los que siguen trabajando para mantener los servicios más necesarios, especialmente de los trabajadores de los hospitales y de los centros sanitarios, y de todos los que en su día fueron una marea contra los recortes de los servicios públicos, podemos decir que los tienen mejor puestos que el protagonista del paso de La Lanzada (Ramón Álvarez), el Caballo de Longinos. (Los zamoranos ya sabéis a qué me refiero).

Es verdad que la Semana Santa está siendo distinta este año: hemos estrenado pijama en vez de vestido y seguimos con las cómodas zapatillas de casa en lugar de estrenar zapatos "que duelen" de charol para ver las procesiones; los hermanos de calle se han convertido en hermanos de balcón; y estamos viviendo esa otra procesión que va por dentro.

Pero no nos sentimos desamparados porque no hay duda de que, antes o después, al tercer día a o al tercer mes, saldrán a las calles el Cristo Resucitado (Ramón Álvarez) y la Virgen del Encuentro (Higinio Vázquez). Y entonces resucitaremos y nos encontraremos bailando el Cinco de Copas (Justo Fernández) con la música de Thalberg o de la Concha. (Es una mezcla de ritos nada ortodoxa, pero tiempo habrá de Semana Santa como Dios manda otro año).

De este año nos quedarán pendientes y viviendo en el recuerdo: los turistas que no han venido; los encuentros y los abrazos que no nos hemos dado; las aceitadas que no han salido del horno; las almendras que no se han repartido... y el dos y pingada en Valorio aunque sea allá por mayo, cuando hace la calor, "cuando los enamorados van a cantarle al amor". Porque "no pasarán, los venceremos amor, no pasarán".

¡A ver si hay salud para este año!

(Y a ver si el 1º de mayo los trabajadores pueden salir a la calle, porque si no la Internacional va a tener que cantarse en las ventanas. Que aquí no se rinde ni dios)