El sufrimiento primero convierte a los hombres en atormentados y después en valientes. Siempre he pensado, que el hecho que puede sublirmarse, tarde o temprano, es la puerta abierta por la que entra la victoria. Hoy quiero mirar la vida con optimismo y enlazar el futuro a ella...

El nacimiento es la esperanza que apoya sus ojos en el corazón y no deja de latir. A pesar de nuestro presente, siguen naciendo bebés; es hermoso pensar (con anhelo) en el día que todo ceda y vuelva la vida a la normalidad. Muchos querubines (estoy segura) serán la alegría que prenda fuego a todo lo devorado por el maldito coronavirus. Y, sin embargo, muchos serán el imposible que se cruzó entre la vida y la muerte. Sí, muchos han nacido en el mismo momento que sus abuelos se convirtieron en siervos de la parca. Qué difícil (por no decir imposible) debe ser consolación y alegría al mismo tiempo. Hijos que pierden a sus padres y reciben paralelamente un suplemento de vida: su bebé.

Hay días que hablo sola y desafío a la locura rogándole que me de más... Cuántas cosas son imposibles de vivir estando cuerdo. Cosas que nos devoran interiormente y nos dejan los ojos llenos de lágrimas. Y, fíjense, a pesar de los pesares, aún hay muchos empeñados en ser mancha de odio; ellos sabrán.

Sabe Dios cuánto estamos pasando durante el confinamiento. Los días nos consumen y nos lanzan contra la nada; palabra que duerme entre el reposo y el silencio, palabra pesada que muchas veces brota junto al murmullo de un mal silencio. Dicho de otra manera (sonrío) la nada es un soberano coñazo que amodorra y adormece. Así se entiende mejor, ¿a qué sí?

Creo que los bebés que están naciendo son el camino de la alegría; sí, la misma que en ocasiones llora de otro modo. ¿Hay algún hecho más visible para simbolizar la vida? Yo diría que no. Es necesario (de algún modo) darle un poco de pasión a los tiempos que corren. Se me ocurre bautizar a los bebés que están naciendo: Apolo (para ellos) y Alma (para ellas) ya les he dicho, que a la locura le pido más locura, y por lo visto me la concede; ahí tienen un ejemplo. Sonrío...

Hoy se me antoja terminar con una frase de don Jacinto Benavente: "En cada niño nace la humanidad". Siempre he elogiado su mente; su legado no es la palabra rebuscada que da momentáneamente brillo a lo que no tiene.