Aunque parezca mentira, el despegue de los Mercados Financieros, después de que el Coronavirus los haya dejado en el más profundo de los abismos, estará en manos de los científicos. La recuperación económica coincidirá con el hallazgo de la vacuna para el COVID-19, en virtud de lo cual, la cura sanitaria será también la cura económica. Dicha vacuna, o el tratamiento terapéutico efectivo sobre la pandemia, disparará las Bolsas mundiales, aunque no se evitaría la posible recesión debido a que estamos entrando en un colapso de la economía real, nada comparable con las crisis financieras de antaño.

La recuperación bursátil, en términos de porcentaje, puede, en apariencia, resultar engañosa. Me explico: cuando un valor o un índice cae un 50%, para volverse a poner en el punto de inicio de la caída, tiene que subir un ¡100%! Esta paradoja, la hemos visto muy clara con estas últimas subidas; han sido subidas, en términos de porcentaje, muy grandes, pero únicamente han sido capaces de recuperar una parte pequeña del camino de retroceso. Nuestro Ibex35, después de haber sufrido el mayor desplome en su historia en tan breve espacio de tiempo (aproximadamente un tercio de su valor) acumula un alza del 20% desde mínimos, pero aún le queda más de un 40% de subida para llegar a los máximos anuales. La experiencia nos dice que los rebotes no se consiguen de manera lineal, lo hacen encadenando caídas intermedias en forma de dientes de sierra para formar una tendencia.

La bajada tan abrupta de la Bolsa ha sido provocada por dos causas: el COVID-19 y la guerra de precios del petróleo entre Arabia Saudita y Rusia. Recordemos que hace nada, todos los índices estaban en máximos históricos y sobrecomprados, por lo que cualquier catalizador iba a provocar los esperados descensos, eso sí, sin imaginar esta magnitud. Los bancos centrales han salido al paso con toda su artillería de políticas económicas dando lugar a una deuda infinita que en algún momento habrá que devolver, provocando un pesado lastre económico que todavía está sin valorar y que aún, a modo de mochila, arrastramos de la crisis financiera anterior.

Con este escenario tan "virulento", los ahorradores-inversores tienen que tomar decisiones: los que se han quedado pillados, no les queda más remedio que ver la corrida desde la barrera y, los que dispongan de liquidez, tienen por delante oportunidades que hacía mucho tiempo que no se veían.

El confinamiento ha aportado muchas ideas al mundo empresarial, suponiendo grandes oportunidades para algunas compañías y para otras se habrán dado cuenta de que no son necesarias, por ejemplo, grandes extensiones para albergar a sus obreros si pueden hacer lo mismo desde sus casas. O, en otros casos, observarán que no necesitarán tanta gente para desempeñar un determinado trabajo.

Las medidas económicas que se han tomado son extraordinarias: a modo de quimioterapia, se aísla a toda la población y se para el 90% de la actividad industrial durante un tiempo, provocando el deterioro tanto de las células malas como de las buenas, siguiendo con el símil de la quimio. Por ese motivo, los resultados empresariales del primer trimestre serán muy importantes por sus malos resultados, aunque se supone que ese jarro de agua fría sea de escasa duración asociándolo a una lenta pero ascendente recuperación.

Los mercados financieros siempre están expectantes de recibir buenas noticias sobre la contención de la pandemia para que, cuanto antes, todo vuelva a la "normalidad" enjugando el deterioro que ha ido quedando atrás. En la situación actual es recomendable mantener la calma. Sí, ya sé que es muy difícil calmarse cuando nuestro ahorro a entrado en abultadas pérdidas, pero créame que en el momento actual se corre más riesgo saliéndose del Mercado que manteniéndose debido a que el medio-largo plazo va a minimizar el impacto. El desplome de los Índices ha abierto grandes posibilidades de entrada en un sinfín de compañías, situación que están aprovechando los asesores financieros para acumular muchos consejos de compra, sin obviar algún traspiés como ya he comentado. Las recomendaciones de compra vienen dadas porque los precios de las cotizadas han corregido muy rápido, dejando prácticamente intacta la valoración fundamental de la compañía. Las cotizadas más castigadas son las que reciben mayor número de recomendaciones de compra debido a que la Bolsa es un ente, que a veces no sigue los ciclos lógicos de la economía, porque siempre intenta anticiparse a lo que ocurrirá en el futuro. Las manos fuertes de las empresas siempre aprovechan para tomar posiciones cuando los precios caen, montándose en el mismo carro que ellos los que siguen de cerca las fluctuaciones del Mercado. Lo estamos viendo: los accionistas de referencia están aumentando su participación en sus propias empresas porque las ven baratas, atendiendo a su valoración en libros que apenas si ha sido trastocada.

Mientras que los mercados se postulen de un lado o del otro, la prudencia y la liquidez son las mejores inversiones. Cualquier mal tiene cura y todas las crisis pasan por su solución, lo único que varían son los antídotos para conseguirlo y, en la que nos ocupa, en cuanto que se solucione la pandemia, las Bolsas reaccionarán al alza. Otra cosa es que las ganancias que se esperan, en el mejor de los casos, superen las pérdidas padecidas en el peor de los casos.

Mirar al pasado para ver qué hicieron los mercados en aquellas ocasiones no servirá de mucho pues esta crisis es algo inédito y sin explorar. Sin embargo, en todas ellas, según iba finalizando el catalizador que provocó la crisis, las Bolsas iban reaccionando al alza. Se cumplirá el dicho que dice que "la Bolsa baja por el ascensor y sube por la escalera". Y si seguimos las pautas del pasado pues afrontaremos la situación como otras veces: con mucha paciencia y con mucha prudencia. Las predicciones sobre los mercados financieros no son una ciencia, si ciencia fuese, todos los analistas estarían en las listas Forbes y ya ven que no es así. Sí es cierto que se esperaba una corrección, pero nunca se pensó en que fuese tan brusca y que su iniciador fuese un virus. La racha alcista tocó fin y los mercados se desplomaron más allá de las peores previsiones bajistas.

Las acciones son el mejor activo financiero si de rentabilidad hablamos, eso sí, teniendo como horizonte el largo plazo y para esos ahorros que sabemos que no vamos a necesitar en el corto plazo. Al no existir un colapso en el mercado, ni un pinchazo de burbuja, habrá que repasar las fórmulas de antaño por si se aplicasen en esta incierta situación y tomar decisiones de inversión sin precipitarse. Recuerde que los mercados financieros nunca cierran.

(*) Gestor de Activos y Trader

Independiente

@ToGarMos