Hubo un tiempo en el que vivíamos con prisa; cada noche, con la insolencia del que quiere llegar primero, ocultabamos nuestras tibiezas junto al tiempo y a los domingos los llamábamos "fiestas de guardar". Ahora, despojados de la coartada de la prisa, tenemos el tiempo en nuestro poder; pero por cosa de la costumbre (sonrío) seguimos expuestos a las bondades del "pensamiento" (y por lo visto) continuamos con ganas de correr. Junto al despeñadero de lo absurdo, la mayoría de las veces, estamos nosotros. Sí, tratando de lanzar al abismo todas las chorradas que se nos pasan por la cabeza. Qué fatigoso (al menos para mí) levantarse por la mañana, con la intención de ser zancada que pasea de lado a lado de la terraza. Hemos convertido los hogares en gimnasios improvisados y consumimos el tiempo libre sudando como puercos. Nuestra conducta cotidiana, visto lo visto, eleva el cuerpo y da descrédito al pensamiento. Cualquier indicio de fácil cansancio es más cómodo que pensar...

Verbalmente, creo que adquirimos más sonoridad junto a todo lo que es sinónimo de fuerza. Y en ocasiones, por cosas de la identidad, no admitimos que las batallas se libran pensando, no sudando. De nada sirve razonar junto a lo que no tiene un orden y una costumbre. Es más, todo aquello que no pasa de definición (la mayoría de las veces) se convierte en contradicción.

Nuestra sociedad insiste en el ejercicio físico, y poco a poco (lo pueden ver) se han construido estructuras populares que lo respaldan. Todo, absolutamente todo, es una suerte de complejo que pondera lo estético. Sin embargo, la experiencia de la vida nos dice que (directa o indirectamente) la mente es indispensable para todo. ¿De qué vale tener el cuerpo en forma si el pensamiento está anquilosada?

Los clásicos nos enseñaron, que junto a la ignorancia no existen antecedentes de reflexión; ellos pasaron por todo, junto a sus creaciones podemos apreciar la sabiduría que nace del silencio y es tierra mental en la que germina lo auténtico... Sí, además sin dificultad.

Y, a propósito del tiempo, no se olviden que los días se hacen muy largos al osificar la arteria principal de la vida: el pensamiento. Junto a los libros viejos encontrarán mejor escarcha que en toda la terraza. Pensar y andar son dos verbos compatibles...