El día 18 este periódico informaba por ejemplo de que los pasos fronterizos a excepción de uno con Portugal estaban cerrados. No se puede pasar y hay que saberlo para no hacer viajes inútiles y así sucesivamente. Y hasta se nos informaba del paso abierto. ¿Cuánto vale por ejemplo esta información? Las personas para poder actuar bien debemos conocer las leyes civiles, morales por las que se rige la sociedad en la que vivimos. Las primeras no son dadas por las autoridades competentes, entiéndase parlamentos, gobiernos, diputaciones, ayuntamientos y los profesionales de la información.

Todos aquellos poderes, autoridades cuya competencia y obligación es regular la vida de la sociedad. Las morales son otra cuestión distinta. Me centro en las primeras. Si siempre es importante su conocimiento, más en momentos como el que vivimos que tiene un carácter de excepcionalidad y quienes tienen el deber de administrar, organizar, cuidar del bien común adoptan y además con rapidez medidas y por tanto legislaciones excepcionales. El problema surge cuándo y cómo parte de las personas normales, es decir la mayor de la población, llegamos a su conocimiento. Si bien los medios de comunicación audiovisuales, radiofónicos, digitales nos adelantan información , nos alertan de lo publicado, son sin embargo los medios impresos como La Opinión quienes nos informan de estas leyes, las comentan, explican y hasta transcriben partes de las mismas que nosotros podemos leer subrayar, guardar y consultar con posterioridad.

En tiempos como éste, no podemos actuar solamente de oídas o guiados en exclusiva por mensajes recibidos en las redes sociales. Leyes, órdenes, Reales Decretos son tan importantes y a veces farragosos en su lectura y comprensión que es menester en la mayor parte de los casos disponer de su texto íntegro para poder actuar correctamente. Me refiero a los dos últimos Real Decreto 463/2020 de 14 de marzo por el que se declara el estado de alarma y el Real Decreto-ley 8/20 der 17 de marzo de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19.

No pocos nos encontramos ante la sorpresa de no saber bien en qué consiste el estado de alarma. Y el decreto nos explica, nos forma sobre cuestiones que en realidad deberíamos saber todos y aprendido en la Enseñanza Primaria. Luego, por ejemplo, los medios de comunicación se hacen eco de discrepancias en torno a la autoridades competentes. Son las leyes las que nos dan las garantías, la conveniencia y también de la urgencia del mando único que no implica, ni olvidar a nadie, ni invadir competencias de otros, sino efectividad... Si en el primer Real Decreto fuimos todos no solo invitados, sino también obligados a comportamientos de civismo, en el segundo las medidas adoptadas son ya más pormenorizadas. Y afectan a la vida total, también al trabajo y al bolsillo.

Afectan a todos los estratos de la sociedad. Se trata de ayudas a recibir por parte de todos los estamentos. Que en la media de lo posible nadie salga perjudicado o al menos, lo menos posible. Agricultores, ganaderos, amos o amas de casa, estudiantes, empresarios, autónomos, comerciantes transportistas, peluqueras, todos, todos pueden encontrar en estos textos disposiciones que les atañen y cuyo conocimiento les será de utilidad y no poca. Y no es tan difícil disponer de su texto completo impreso. En Internet lo encontramos digitalizado.

Pero hay, además, otras disposiciones complementarias emanadas de otros organismos como comunidad autónoma, diputación ayuntamiento, Rectorados de universidades que también publican normas para sus respectivos implicados. Y su conocimiento es también muy importante. La cuestión es cómo el último vecino o vecina, mayores de edad o joven llega al conocimiento de estas normativas de obligado cumplimiento y de ayuda. Y es aquí donde pienso que las autoridades tienen también su obligación de informar y bien. Facilitando los textos originales y no simplemente comunicados. LA OPINIÓN por ejemplo nos alerta de lo que hay. Que si se suspende la selectividad, normas de circulación, aplazamientos de exámenes, pagos, hipotecas, y oposiciones, subvenciones y ayudas para esto o aquello y un largo etcétera. Los más preocupados toman buena nota, se van al ordenador, buscan, encuentran los textos y la impresora se los pone en bandeja.

Pero ¿Y los otros, que son los más? Hay que hacer labor de pedagogía y facilitar todo. En original. Un gasto en formación e información. No podemos vivir ni convivir sin informarnos por la prensa diaria, impresa, digital, audiovisual. En algunos países que cuidan de que sus paisanos sepan de lo que hablan y conozcan las leyes que tienen que obedecer, publican, financian, insertan en los periódicos locales, regionales, provinciales, tales leyes. Bien informados es de mucho valor. Y vaya nuestro aplauso para los esforzados informadores.