Cuando decidieron suspender las Semanas Santas de Zamora y de otras ciudades, muchas personas nos llevamos un gran disgusto. Pero habrá que tomárselo con resignación, pensar que ahora mismo hay otras urgencias mayores y que, hasta que no se solucionen, los demás asuntos pasan a un segundo plano. Se corría demasiado riesgo con tanta aglomeración de personas. Lo importante es que el año próximo volvamos a estar en condiciones de celebrarla adecuadamente y que las bajas no sean muy numerosas. Ya sé que es una tristeza más que añadir al ambiente negativo que nos embarga, pero habrá que tomárselo con filosofía.

En el Museo de Semana Santa los pasos están también muy dolidos. Desde hace días no reciben visitantes y se sienten abandonados. Como solo unos pocos saben, cuando se cierra el Museo y se apagan las luces, ellos comienzan a hablar unos con otros.

-Parece ser que esta Semana Santa no vamos a desfilar. ¡Qué injusticia! ¿A nosotros también nos afecta la cuarentena? Pero si solo salimos un día en todo el años y nos lo han quitado. Deberían hacer una excepción. No se dan cuenta de que llevamos muchos meses aquí encerrados y necesitamos airearnos.

-Además, yo no creo que supongamos ningún peligro. ¿Alguien piensa que podemos transmitir el virus? Dicen que en algunos materiales puede mantenerse durante unas horas, pero me parece una medida exagerada.

-No es por nosotros. Es por los cargadores, que van pegados unos a otros. Es por los hermanos de acera que se agolpan en los laterales. Se considera imprescindible mantener la distancia de seguridad.

-Pues yo creo que hay pasos que no la mantienen. Lo digo por la Santa Cena. Están todos demasiado juntos. ¿No convendría que esos apóstoles se separaran un poquito?

-Oye, tú eres un alarmista y han dicho que conservemos la calma. Hay que tomar precauciones pero sin exagerar. Esas normas no nos afectan a nosotros, que solo somos figuras de madera creadas por un imaginero. Por un lado no tenemos capacidades humanas: no nos movemos, no hablamos, no razonamos... Pero, por otro lado, si te sirve de consuelo, no evolucionamos con el paso del tiempo, sino que siempre estamos igual: no enfermamos, no envejecemos, no morimos... Puede verse como una ventaja.

-Pues yo, a pesar de todo lo que decís, me sentiría más tranquilo si pudiera ponerme una mascarilla. Lo que pasa es que se ha corrido la voz de que entre nosotros hay un traidor que las ha acaparado todas y piensa revenderlas a un precio más elevado.

-No me extrañaría que fuera Judas. Siempre hay alguien que en las situaciones críticas intenta sacar beneficio. Los demás, ya sabéis, a dar ejemplo y a cumplir las instrucciones. Todos bien encerrados en nuestro Museo sin salir de él. ¡Qué remedio! Y, si todo el mundo hace lo mismo, será más fácil superar la enfermedad. Ánimo a todos. Los pasos del Museo estamos deseando que esta situación se arregle cuanto antes para poder salir a recorrer esas calles que este año se quedarán vacías. pero el próximo volverán a llenarse.