Una emergencia es algo que ha surgido y puede acabar mal. Una catástrofe es un desastre que ha ocurrido ya. Entre una emergencia y una catástrofe hay siempre un gobierno, que se supone que puede evitar la segunda o paliar sus efectos. No siempre es así, y muchas veces una emergencia se convierte o no en catástrofe sin culpa ni mérito del gobierno, pero esto da igual, pues en esas situaciones mandan mecanismos primarios, como la dictadura del resultado y el afán de la culpa en busca de percha de la que colgarse. Todo gobierno debería tener esto presente, como también que ante una emergencia las demás cosas pasan a segundo plano. La emergencia del coronavirus puede acabar muy mal, mal o solo regular, y ese resultado dará la medida de la culpa de los gobiernos. Así que, cuando se supere, no hay que descartar que haya cambios en el mapa político de España, Europa y el mundo.