Pese a ser tachadas las feministas de sectarias por defender sólo los derechos de la mujer y no del hombre; de histéricas como todas, confundiendo interesadamente la enfermedad nerviosa de la histeria con la vehemencia y el grito contra la injusticia; de panda de "malfolladas", (¿quizás lo dicen los que se consideran malos folladores?); y lo más terrible, de "feminazis", que es un descalificativo que repele la razón porque los nazis más notables y sobresalientes fueron hombres.

Y pese a que se empeñen en decir que la igualdad entre mujeres y hombres ya es una realidad en las leyes y en la sociedad española, las feministas siguen reivindicando cada vez con más fuerza nuevas leyes y acciones que nos lleven a una sociedad mejor para hombres y mujeres. También para los hombres. Porque somos las mujeres que si amaban a los hombres.

Somos las mujeres que cuando decidimos libremente que queremos tener un hijo, no nos planteamos si preferimos que sea niño o niña, macho o hembra, varón o mujer. Porque sea lo que sea el nuevo ser que crece en nuestras entrañas, va a ser tratado igual en el seno de su familia, vamos a luchar para que lo sea también en la sociedad ¡Y en la ropita de bebé preparada para cubrir su cuerpecito desnudo se mezclan todos los colores del arco iris! Porque somos las mujeres que sí amamos a los hijos.

Somos las mujeres que defendemos que los niños y niñas jueguen a lo que quieran libremente cuando son pequeños y entran en la escuela: a las cocinitas porque les gusta, a saltar a la comba y al fútbol, a hacerse coletas como peluqueros o peluqueras, a disfrazarse de superman aunque sean niñas y haya superwoman -que no tienen tantos poderes- o de hadas madrinas aunque sean niños. Porque somos las mujeres que sí amamos a los niños.

Somos las mujeres que queremos que cuando los niños y niñas se transformen con el paso de los años en adolescentes y jóvenes, y ya hayan jugado a cosas de niños y de niñas indistintamente, alentamos a que elijan sus estudios y su futuro profesional libremente, y a elegir con la misma libertad a los amigos y amigas de la pandilla sin estar condicionados por tener vulva o tener pene. Porque somos las mujeres que sí amamos a los amigos.

Somos las mujeres que cuando empecemos a trabajar libremente y sin barreras por el hecho de ser mujer, defendemos que no haya diferencias en el sueldo o en las condiciones laborales por el hecho de llamarnos compañero o compañera. Somos las mujeres que cuando nos organicemos en el mundo del trabajo para mejorar los derechos laborales a través del sindicalismo, trabajaremos para que no haya diferencias entre compañeros y compañeras. Porque somos las mujeres que sí amamos a los compañeros.

Somos las mujeres que cuando demos el paso a la política en la calle o las instituciones para ir más a allá de la familia y del trabajo en la defensa de la igualdad social entre hombres y mujeres, cantaremos juntos: "Y tú vendrás marchando junto a mí, y así veras tu canto y tu bandera florecer la luz de un rojo amanecer". Porque somos las mujeres que sí amamos a los camaradas.

Somos las mujeres que cuando a cualquier edad encontremos a los amores de nuestra vida libremente, vamos a organizar la vida en común sin pensar que hay tareas dedicadas a esposas o maridos por el hecho de ser mujer o ser hombre, negándonos a ser amas de casa y a que nadie sea cabeza de familia. Porque somos las mujeres que sí amamos a nuestro amor.

Las feministas somos las mujeres que sí amaban a los hombres. No nos mueve el odio a los hombres pese a que reconozcamos que tienen en la sociedad una posición de poder que llamamos patriarcado. Porque hombres y mujeres somos víctimas del patriarcado y del machismo. Igual que somos víctimas de otras desigualdades sociales y económicas no menos importantes pero igual de injustas.

Ser feminista es reconocer que la desigualdad entre mujeres y hombres se ha ido construyendo socialmente, como se ha construido también la desigualdad entre clases sociales. Ser feminista es luchar por erradicar las desigualdades. Porque todas nacemos diferentes individualmente, y todos somos iguales socialmente: mismos derechos y mismos deberes.

Porque somos las mujeres que cuando llevamos un nuevo ser humano en nuestro vientre sabemos que sí amamos a su padre como amamos al nuestro, que sí amamos a nuestros hijos, que sí amamos a nuestros amigos, que sí amamos a nuestros compañeros, que sí amamos a nuestros camaradas, que sí amamos a nuestro amor. Como amamos a nuestra madre, a nuestras hijas, a nuestras amigas, a nuestras compañeras, a nuestro amor, sea hombre o mujer. Sean hombres o mujeres. Porque somos iguales.

De hecho, hay hombres feministas. Y sí: ¡nos amamos!

(*) Teniente de alcalde en el Ayuntamiento de Zamora