Son tantos y tan variados los acontecimientos que se producen cada día en nuestro país y en este mundo tan globalizado, que seguramente no dispongamos del necesario sosiego para reflexionar con la debida y suficiente atención, en relación a la recordación de las dramáticas situaciones de nuestra reciente historia y que afectan a personas y familias,. Y es que, no obstante recibir una descomunal información, en ocasiones no sabemos procesar. Sobre todo si esa ingente información muchas veces es tan interesada y manipulada, como en el asunto que nos ocupa.

Le corresponde al conjunto de la sociedad, especialmente a nuestras generaciones, afrontar y resolver una afrenta histórica. Me estoy refiriendo, a que quienes combatieron por la libertad y la democracia, y, una vez que hemos celebrado más de cuarenta años de libertad gracias a la Constitución de 1978 y, también a la proscripción del franquismo así como a todo lo que representó, es de justicia reconocer, sin condiciones, a los que lucharon y fueron asesinados pretendiendo, precisamente, esa libertad y democracia de la que hoy disfrutamos. Sabiendo, como sabemos que muchos asesinados lo fueron por el gobierno franquista después de terminada la guerra.

Por eso es necesario y urgentemente cumplir el mandato parlamentario de 11 de mayo de 2017 que recoge la voluntad de la inmensa mayoría de los ciudadanos y, ordena elaborar un estudio exhaustivo sobre la situación actual del proceso de exhumación de fosas, así como desarrollar los procedimientos necesarios para la expedición de declaración, reparación y reconocimiento personal a las víctimas de la Guerra Civil y del franquismo.

Así mismo es necesario que España siga avanzando en el reconocimiento y ampliación de derechos a favor de quienes padecieron persecución y violencia durante la guerra (mal llamada civil), y la dictadura. Esta reparación nos debe llevar a un compromiso histórico de crear las condiciones y garantías para que nunca más se repitan estas desgraciadas circunstancias. Es decir que en contra de lo que algunos (cada vez menos) dicen, qué tratando estos asuntos de recuerdo y reparación se reabren las heridas; yo creo, por el contrario, que se cerraran todas las llagas.

No es la primera vez que escribo sobre esta dolorida y desgraciada situación de nuestra historia y, es que tengo la consternación, pero también la responsabilidad de este terrible episodio lo tenemos que solventar las generaciones que aun vivimos y que se lo debemos a nuestros padres y nuestros abuelos. Por eso quiero saludar y agradecer al Grupo Parlamentario Socialista del Congreso de los Diputados el haber adoptado la iniciativa, el pasado 24 de Enero, por la presentación de una Proposición de ley de "Memoria Histórica y Democrática". Es preciso que esa Memoria Histórica se convierta en una política de Estado y que su aplicación se produzca de manera efectiva y eficaz y que no tenga que depender de la voluntad partidaria del gobierno de turno.

Para que esta voluntad y compromiso pueda llevarse a buen puerto, es preciso que la Administración General del Estado y las Administraciones de las Comunidades Autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos colaboren, cooperen y se coordinen. También es necesario que el sistema educativo español incluya entre sus programas el conocimiento de la historia democrática española; de manera que dichos programas adopten las medidas necesarias para que en los planes de formación de profesores y alumnos se incluya la reciente historia de España, dándole la relevancia y significación histórica que corresponde.

No convendría que pasara más tiempo sin que nuestros niños y jóvenes sigan tan desinformados, como lo fuimos las pasadas generaciones, a las que se nos ocultó toda la información y por lo tanto conocimiento referido a la guerra y el franquismo.

Ha llegado el momento, como ya dijera en 1938 D. Manuel Azaña: "...de que los españoles, en paz, se pongan a considerar lo que han hecho durante la guerra...y exclamen el mensaje de la patria eterna que dice a sus hijos, Paz, piedad, perdón"