El debate sobre el reparto de los fondos europeos para las anualidades entre 2021 y 2027 está ya sobre la mesa con unas perspectivas nada halagüeñas, a pesar de las promesas sobre tener en cuenta el factor demográfico en el reparto. El campo sigue con las espadas en alto después de que, la pasada semana, la cumbre entre presidentes de Gobierno, acabara sin acuerdo y con un importante recorte en las ayudas de la PAC como telón de fondo en Bruselas. La compensación mediante otro recorte que afectaría, en ese caso, a los fondos de cohesión, tampoco aparece como un horizonte de esperanza para provincias que, como Zamora, han visto incrementarse la brecha de la renta de sus habitantes frente a la media europea, durante la Gran Crisis.

En este contexto, cobra una importancia vital la relación con los vecinos portugueses. Una relación que, si bien ha avanzado en los últimos años incluso con la creación de sociedades gestoras como Zasnet, para proyectos relacionados con la amplia Reserva de la Biosfera que incluye espacios naturales de ambos lados de la frontera (con una mayoría de territorio zamorano), o de la macrorregión que incluye a Castilla y León y a Galicia, no ha resultado en la práctica como se esperaba para zonas que, como Zamora, tienen un fuerte carácter fronterizo. En Castilla y León no se han conseguido acuerdos tangibles como los alcanzados con los gallegos cuya cooperación pretende avanzar a través de un nuevo plan de inversiones y actuaciones en I+D+i para el período ahora en discusión. Los responsables municipales y provinciales parecen haber comprendido esa trascendencia, que viene siendo proclamada desde hace años por los presidentes de la Cámara Municipal de Miranda do Douro y la de Braganza, sin encontrar el eco necesario para haber avanzado a mayor ritmo de habernos mirado en nuestros vecinos como en un espejo. En estos días se han producido encuentros en los que han participado el Ayuntamiento de la capital y, en particular, la Diputación de Zamora, lo que alivia algo esa implicación que debería haber subido muchos enteros desde hace décadas.

Lo cierto es que seguimos a años luz de nuestros vecinos, que han demostrado saber gestionar mejor los fondos para reequilibrar su territorio y que han superado la crisis con nota a pesar de salir de un punto de partida mucho peor que España. Sin embargo, siguen dando muestras de tener muy clara la importancia de esas relaciones bilaterales. El Gobierno portugués ha celebrado este jueves pasado un consejo de ministros en la vecina Braganza y ha dado ejemplo, una vez más, de efectividad a la hora de poner en marcha medidas concretas contra la despoblación con la aprobación de incentivos para particulares y empresas que se radiquen en el interior, en las regiones de la Raya que compartimos geográficamente.

El primer ministro luso Antonio Costa ya ha anticipado que en la próxima cumbre hispanolusa se dará prioridad a la renovación del programa operativo de cooperación territorial entre ambos países. Y lanza apuestas claras de movilidad al reivindicar, en Braganza, la conexión por autovía hacia Puebla de Sanabria que se viene reclamando desde la comarca zamorana también desde hace años. Frente a las visiones reduccionistas, lo cierto es que esa autovía contiene posibilidades que van mucho más allá de la conexión por carretera en el norte de Portugal: acerca potenciales viajeros del AVE a la estación de Otero de Sanabria, por si todavía hay algún grupo en el Parlamento español que discute una terminal en una comarca que tiene tanto derecho a la movilidad como el último pueblo de Cataluña, Valencia o el País Vasco, por poner ejemplos donde el desarrollo económico dista mucho del que disfruta Zamora.

Tanto confía Portugal en la permeabilidad de la Raya por Zamora que hasta anuncia su Gobierno la rebaja de los peajes impuestos en sus carreteras y que habían provocado, en su día, protestas de transportistas y particulares. Y no olvidan los gobernantes lusos lo que podría significar la culminación de la autovía del Duero, un eje peninsular de este a oeste, hasta la frontera por Alcañices, que abriría desde Zamora la puerta a los enlaces con el resto de Europa. Los portugueses tienen claras sus prioridades, incluida la extensión de banda ancha de Internet, mientras aquí aún andamos en el campo de las teorías.

La apuesta por la colaboración transfronteriza tiene que ser clara y meridiana, además de eficaz, para que los posibles proyectos conjuntos que ambos países presenten a la financiación de fondos europeos como Interreg tengan un impacto positivo en provincias como la zamorana. Tampoco estaría de más entrar a fondo en el debate sobre cómo se hace el reparto de esas partidas para que sean quienes peor están las que más ayuda reciban, lo que haría generar dudas, por ejemplo, sobre hasta qué punto pueden resultar beneficiarias de un programa diseñado para la Raya provincias que están fuera de la frontera geográfica y superan la renta media europea, como ha ocurrido en las últimas anualidades.

Estos son principios básicos que deberían tenerse en cuenta por parte de los representantes españoles en el Parlamento Europeo y en la propia Comisión Europea. Porque son indispensables políticas de discriminación positiva si queremos recuperar el equilibrio territorial roto por una despoblación provocada por la falta de oportunidades. Es importante también que exista un acuerdo en las actuaciones que se impulsen desde los respectivos Gobierno estatales. Y, sobre todo, hace falta superar una visión localista y corta en ambiciones por parte de todas las autoridades zamoranas. Tenemos ejemplos cercanos que deberíamos haber seguido como es el de la ciudad de Braganza, pionera en sostenibilidad, anticipándose, por tanto, a la economía verde. Con un instituto politécnico vinculado a un parque empresarial y con una vocación de internacionalización que ha logrado captar a alumnos de las antiguas colonias portuguesas. Zamora tiene bazas para jugar y para ganar, pero solo se gana si se mueven las fichas en el tablero, si dejamos de permanecer estáticos esperando que un tercero nos salve. Desde el barco del desarrollo se pueden lanzar flotadores, pero en el mar en el que ahora naufragamos tenemos que tener la decisión y el coraje de alargar el brazo, agarrar el salvavidas y empezar a nadar, por una provincia con camino despejado hacia el futuro.