Plácido Domingo no hizo nunca de Don Giovanni, pues su registro de voz era otro, aunque intervino en esta ópera de Mozart como Don Ottavio, su secante conceptual y moral (aunque algo patético). Asisto, atónito y a la vez maravillado, sobre todo en el plano teatral, a la subversión de Don Giovanni en su puesta en escena en San Sebastián a iniciativa de Opus Lírica, grupo que aspira a consolidar allí una temporada. La clave del intento es hacer de la obra no ya una denuncia del acoso sino una gesta frente al machismo, en la que, respetando la letra, Don Juan no es llevado a los infiernos por el Comendador sino por un pequeño enjambre de "diablesas" (a la vez la conciencia de sus culpas). No puedo evitar que me venga a la cabeza la idea de que Domingo, para hacerse perdonar y aunque traicionara algo su voz, interpretara a este Don Giovanni. Por desdicha no hay humor para estas cosas.