En noviembre de este año tendrán lugar las elecciones presidenciales en Estados Unidos, un país en el que residen más de 328 millones de personas.

Muchos políticos, buscando el voto latino, comienzan a expresarse en español. Es lógico: en 2020 el electorado latino (32 millones) supera por primera vez en la historia al afroestadounidense (30 millones). De hecho, el idioma de Góngora y Quevedo actúa ya como lengua franca en ciudades como Miami, Los Ángeles, Houston o Nueva York. El 17,8% de la población de ese país se define como hispana y, entre ellos, el 71,6% dice hablar español en el hogar.

Este redescubrimiento de los votantes latinos lo han bautizado algunos periodistas como hispandering, un juego de palabras referido a los guiños que hacen los candidatos norteamericanos a los ciudadanos hispanos para recabar su apoyo político.

La importancia de este fenómeno es tan grande que prácticamente todos los precandidatos demócratas y republicanos incluyen en sus páginas web alguna sección en español (desde un simple eslogan hasta una traducción completa del contenido que ofrecen en inglés).

Jackie Kennedy ya utilizó en los años sesenta el español para pedir el voto para su esposo, el entonces senador John F. Kennedy. Y George W. Bush recuperó en los noventa del siglo pasado la costumbre de insertar el español en sus discursos. Incluso Barack Obama incluyó en español el eslogan "¡sí, se puede!, en su famoso video de la campaña electoral de 2008. Y, posteriormente, agradeció, también en castellano, en 2009, el respaldo del voto hispano, durante una entrega de premios musicales de la cadena Univisión.

Más recientemente, el año pasado, durante el primer debate presidencial demócrata, Beto O'Rourke usó con entusiasmo la palabra 'pendejo' (sinónimo de idiot, en inglés). En esa misma línea, el senador Cory Booker intervino usando el castellano para demostrar que él también podía comunicarse en ese idioma. Por su parte, Pete Buttigieg, el alcalde de South Bend (Indiana) en 2019 concedió entrevistas bilingües en Telemundo.

En definitiva, lo que antes era excepcional, usar la lengua de Gabriel García Márquez, ha pasado ahora a ser normal. Con un problema: no siempre los políticos usan el castellano adecuadamente, generando, en ocasiones, situaciones un tanto hilarantes.

Así, Hillary Clinton, comparándose con las abuelas hispanas, escribió en su web que "le preocupan los niños en todas partes" (una expresión que suena ridícula en castellano, al ser una traducción literal del término inglés everywhere).

Igualmente, la senadora por California, Kamala Harris, decía en su página web que "gastó [en vez de 'invirtió'] toda su vida defendiendo la democracia" (una traducción literal del verbo inglés spend).

En este mismo sentido, la página de la senadora por Minnesota Amy Klobuchar se refirió a su madre usando erróneamente un adjetivo masculino.

Y la web de Julián Castro, que era el único precandidato latino y que ya se ha retirado de la carrera presidencial, hablaba de la construcción de "una América para todos" en lugar de hablar de Estados Unidos (América en español es un continente, no un país).

Incluso Michael R. Bloomberg ha propiciado, por su uso incorrecto del español, la creación de una cuenta de parodia muy popular en Twitter, @ElBloombito, que ridiculiza la utilización que hace del habla de Cervantes.

Un ejemplo más actual, mezclando el inglés con algunas palabras en español, lo ofreció el pasado 6 de enero el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien escribió lo siguiente en su cuenta de Twitter, con más de cuatro millones de seguidores (@Mike_Pence): "Spoke today with @jguaido and congratulated him on his re-election as Interim President of Venezuela. Told him estamos con ustedes and we will stand with you and the people of Venezuela until your #libertad is restored!"

Está muy bien que los políticos estadounidenses hablen español, ya que, de acuerdo a las tendencias demográficas identificadas en un estudio del Instituto Cervantes, Estados Unidos será el segundo país hispanohablante del mundo en 2060, después de México, con 119 millones de personas que hablarán español en el país (uno de cada tres habitantes).

No obstante, deberían esforzarse un poco más por hablarlo bien si quieren, honestamente, llegar al voto latino. El error es usarlo mal. Y un gran acierto usarlo correctamente.

(*) Expresidente de la Asociación de Comunicación Política (ACOP)