Por el aire se mueven bandadas de estorninos en sus artísticos ejercicios matinales, vociferantes gaviotas clamando por el desayuno, palomas velocísimas volando en círculos para acotar un territorio virtual, astutas y erráticas alondras en vuelo ondulante en pos de una rapiña, mirlos en su cortejo. Debajo, madres o padres del último minuto con sus niños robando los segundos, laborantes del sector terciario marcando bien el paso para medir mejor los tiempos, jubilados recientes echados a la calle simulando urgencia, coches raudos buscando alguna ventaja respecto de sus pares, alguna bicicleta. Esto ocurre cuando el amanecer, con sus aves, coincide más o menos con la entrada al trabajo y al colegio, con las suyas. La cansina paz que un rato después retorna a las calles suele volver también a los aires. Imposible saber si marcan el ritmo los del vuelo o los del suelo.