Como es conocido, el pasado día cinco se ha celebrado una jornada de reflexión, análisis y propuestas en torno a uno de los problemas más profundos, trascendentes y que está relacionado con nuestra realidad y condiciones de vida. Porque nos afecta y nos responsabiliza a varias generaciones pasadas, presentes y futuras. El propio título del encuentro ya manifestaba una voluntad y un compromiso: "Razones para quedarnos"

La primera consideración que es justo hacer es, poner de manifiesto el acierto de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, por la conveniente iniciativa. Iniciativa que desborda el interés provincial, autonómico y nacional. También por convocar en un espacio de debate multidisciplinar y de alto nivel, a la llamada sociedad civil, junto a representantes de las diversas instituciones, así como a reputados profesionales técnicos y especialistas de las administraciones públicas y del mundo académico, algunos de ellos amigos y colaboradores. Mi felicitación y agradecimiento a los organizadores, patrocinadores y a las administraciones que han hecho posible este tan importante acontecimiento.

No es preciso hacer ningún comentario en relación con las intervenciones que se presentaron tan acertada como brillantemente. Únicamente haré mención a la manifestación valiente y, en cierto modo declaración de principios de la vicepresidenta y ministra del Gobierno para la Transición Ecológica y Reto Demográfico Teresa Ribera, reconociendo críticamente que: "en España hemos vivido una situación absurda en torno a la costa y Madrid, que concentra la población en el centro y el litoral". También quisiera destacar que en la reunión informal del Consejo de Ministros de este fin de semana, se haya destacado un apartado específico sobre la cohesión territorial; probablemente como consecuencia de los debates del día cinco en Zamora.

Hay que constatar que la concentración de la población en España ha generado una red urbana desequilibrada y ha dado lugar a profundos cambios, tanto en el interior de las ciudades como en la periferia y sobre todo en muchos pueblos. Por otro lado, la dispersión de las actividades económicas y el crecimiento de los espacios urbanos han producido un importante desarrollo en las infraestructuras.

Porque cuando hablamos de despoblación estamos hablando de la Ordenación del Territorio y cuando hablamos de la organización territorial, estamos diciendo cómo viven las personas y cuáles son sus derechos; contestando seguidamente, que entre otros: la prestación de los servicios básicos, como la sanidad, la educación y las pensiones, que con los derechos sociales conforman, lo que venimos señalando como el estado de bienestar, al que una sociedad avanzada y moderna y todos sus ciudadanos tienen derecho, también a construirla.

Al analizar los problemas de población y ciudadanía, es necesario poner atención al sentimiento de pertenencia a una comunidad, derecho inherente a la condición humana y que son comunes a todas las personas,. Así mismo al conjunto de personas de una población (un pueblo) que juntos reúnen las condiciones para ser considerados con todos los derechos consiguientes, económicos: políticos y sociales. En el fondo, aunque también en las formas, en la que las personas ocupamos el territorio, expresa como es su sistema económico y hasta cuál es su relación con la naturaleza.

El enfoque social de estos tan importantes asuntos, población y ciudadanía, depende en gran medida la profundización de la democracia, como la interacción humana respetuosa y dialogante que debe facilita el desarrollo socioeconómico, el bienestar y si me apuran, cierto grado de felicidad.

Esta visión integradora lleva consigo todos los elementos físicos y naturales, económicos, políticos y culturales, sobre todo humanos, cuyo resultado sea el llamado desarrollo sostenible. Del éxito de estos legítimos objetivos depende en cierta medida también las familias, de un pueblo y de una ciudad.¡