Hace unos años cuando veíamos por televisión al presidente de la Generalidad de Cataluña, señor Pujol, nos lo presentaban como el tendero de la esquina al que ibas a comprar una barra de pan y salías de la tienda con la barra, un cartón de leche, dos lechugas y un postre nuevo cocinado con leña de un jaral situado a la solana de Gredos. Y además tenía un tic nervioso que lo hacía aparecer más humano. Luego vino aquel lema que hizo furor en toda Cataluña. "España nos roba". Ni siquiera lo dijo en catalán "Espanya ens roba".

No nos llamaron "españolistas", eso ya lo habían hecho los nacionalistas vascos y el eslogan estaba agotado. El separatismo no invocó una ideología política diferente, ni de ruptura, fue una afirmación como una pedrada en los hocicos. De manera y modo que yo estoy trabajando para que una panda de gandules, sólo por el hecho de tener las llaves de las Instituciones de otro Estado más poderoso que el nuestro se convierten en una clase social favorecida. Puedan venir aquí de vacaciones, ver nuestros museos y disfrutar de todo lo que los catalanes hemos creado, simplemente por el hecho de ser deshonestos.

Si esa expresión la hubiese proferido el representante de un país extranjero y no el presidente de una comunidad autónoma española que se amparaba en la libertad de expresión, España tendría que haberla tomado como una ofensa al honor y se habría considerado legitimada para tomar las represalias que el Derecho Internacional Público (DIP) le autoriza.

Pero de repente las élites conservadoras catalanas descubrieron, en esa expresión tan vulgar, que había dos Estados soberanos ocupando el mismo espacio territorial y que solamente uno era reconocido por el DIP que le otorgaba poderes para agraviar al otro. Desde esa concepción emocional las clases acomodadas se adhirieron con entusiasmo a su doctrina y además, se creó una atmósfera de nacional populismo en la cual cabían toda clase de deformaciones.

Para crear un conflicto no era necesario ser inteligente, ni un gran pensador, era suficiente presentarlo como una ofensa a los catalanes.

Cuando se descubrió que lo de la herencia de la familia Pujol era una gran mentira se hicieron toda clase de chistes fáciles sobre el concepto del robo y dela honorabilidad que tenía el clan, pero la confianza ya se había perdido y los réditos, que le daba a la clase política catalana que había surgido del conflicto, también se habían descubierto y, sin ningún pudor se subieron al vagón de cabeza de la doctrina del mesianismo nacionalista. La crisis de 2008 provocó un aumento sustancial de los apoyos a la autodeterminación, aunque, sorprendentemente, lo hicieron las clases sociales más favorecidas por el sistema surgido después de la aprobación de la Constitución actual.

Pero la imprescindible libertad de expresión, y si me permiten hasta un cierto revanchismo en los juicios y en las opiniones por los cambios en los métodos del tratamiento público, no podemos olvidar el agravio a nuestra dignidad de españoles, y cómo dijo el poeta "todo lo sufren, menos que le hablen alto".

En este momento en el que confiamos que el diálogo sustituya a la confrontación, desde lo hondo de estas tierras le enviamos nuestro mensaje a las Altas Autoridades que se van a reunir: para nosotros España y el pueblo español desde Los Pirineos hasta Cádiz, son una identidad intelectual y emocional en nuestros corazones y este Gobierno es la garantía de la permanencia del Estado. Dialoguen...