Con la culminación del Brexit se ha vuelto a hablar sobre la "pérfida Albión", es decir sobre la -al parecer- innata deslealtad de Inglaterra para con sus socios cuando el interés propio lo exigiese. Hace unos meses, cuando ya era evidente que no habría marcha atrás, el que esto escribe publicó un articulo, "Otra vez la 'pérfida Albión'" en el que reproducía unos párrafos del dietario clandestino del periodista catalán Agusti Calvet, más conocido como "Gaziel". El libro "Meditaciones en el desierto, 1946- 1953", entre otros acontecimientos, trata de la desilusión que entre los demócratas españoles produjo el cambio de actitud británica respecto de Franco, que pasó de enemigo potencial, por sus simpatías hacia las potencias del Eje, a respetado anticomunista. Gaziel, que se contaba entre los desilusionados, explica las razones del cambio. Y escribe: "Inglaterra siempre va a su aire... la clave de la política exterior británica es la frialdad del comerciante astuto, que lo considera todo sólo en función de sus ganancias personales y actúa en consecuencia. No es cierto que Inglaterra sea pérfida, aunque tenga fama de serlo. A no ser que sea perfidia el instinto de la propia e inmediata conveniencia llevado a cierto grado de refinamiento".

La creencia en la "perfidia" inglesa tiene una larga tradición en la política española y estuvo alimentada, entre otras, por algunas dramáticas derrotas navales como la de la llamada "Armada invencible" o "Trafalgar", por no hablar del acoso corsario a las naves españolas que traían el oro y la plata de América. G. K. Chesterton asegura en su "Breve historia de Inglaterra" que fue el fracaso de la imponente flota enviada por Felipe II lo que forjó el alma de la nación. "Las esperanzas de Inglaterra datan de aquella hora desesperada... el quebranto de aquella red naval tan inmensa perduró como un símbolo de que la pequeña cosa que había escapado sobreviviría a la grandeza de sus enemigos. Y lo cierto es que, en cierto modo, nunca podremos volver a ser ni tan pequeños ni tan grandes". Como ocurre siempre, la gloria de los vencedores se logra a costa de los vencidos.

Durante la dictadura, la prensa adicta (que lo era toda) lanzaba de cuando en cuando una campaña contra la "pérfida Albión" reivindicando el Peñón de Gibraltar que nos había sido arrebatado -nos explicaban- con malas artes. Con ese pretexto se organizaban manifestaciones ante la embajada británica y ante las de los consulados y nos dejaban salir del colegio a los escolares para hacer bulto. Aunque no todo fueron derrotas. En los Mundiales de Fútbol de 1950 en Brasil el equipo español le ganó por 1 a 0 a Inglaterra con el gol de Zarra. Alegre como estaba el presidente de la Federación Española de Fútbol, Muñoz Calero, le dedicó el triunfo sobre la "pérfida Albión" a Franco. La embajada británica protestó por el trato, que juzgó despectivo, y Muñoz Calero fue destituido poco después.OL