El hecho de que vivamos en convivencia con otras personas; como la realidad nos pone en evidencia; pues el ser humano es sociable por naturaleza y necesita de los demás personas para solventar sus carencias, para aportarles su trabajo y dedicación a tal fin, también; para desarrollar y aplicar sus conocimientos y aptitudes, es decir, su personalidad, siendo, consecuentemente útil a la sociedad, contribuyendo a que cada día sea mejor, con mayor bienestar para todos, más feliz.

Para alcanzar, entre todos, tales objetivos de satisfacción general, es preciso que la educación de la ciudadanía; como siempre en la base, y condición, del óptimo proceder humano; sea amplia, profunda, rigurosa, motivadora, concienzuda, dirigida a que el género humano tenga conciencia de sus obligaciones hacía los demás, como es el esforzarse lo máximo posible en su cumplimiento para el bien de todos.

Así, una de las manifestaciones del que debiera ser un comportamiento ejemplar, cotidiano, responsable, etc., es el buen trato que entre todos nos debemos, para lograr la felicidad en este "valle de lágrimas", del Salve Regina, al cual contribuyen los necios, los soberbios, los ignorantes, etc., especímenes que tanto abundan, desgraciadamente, en parte por no haber tenido unos progenitores y docentes responsables y comprometidos con sus respectivas obligaciones, como, también, por que los demás no les han puesto coto a sus fechorías.

Y, sobre todo, cuando la persona es más débil por su edad, por su enfermedad, por sus circunstancias personales, etc., el buen trato que, entre todos nos debemos, tiene que ser máximo, pues necesitan, más si cabe, del concurso de nuestra buena disposición, entrega, cariño y comprensión. Y tengamos presente que si llevamos una vida "ordenada", sin excesos de alcohol, de sexo, sin drogas, con ejercicio mental y físico, etc., llegaremos a mayores con las limitaciones físicas y psíquicas que conlleva, fácilmente comprobable al pasear por nuestras calles, al tratar con los familiares de más edad, al visitar residencias de mayores y hospitales.

Además, y sin ser pesimistas, ni del mal agüero, de "repente, la enfermedad" puede hacer acto de presencia en nuestra existencia, con independencia de la edad, y buena "facha" que podamos tener, pues "no sabemos ni el día ni la hora", Mateo 24, 42-51.

Y es que el salvajismo, los sujetos "peligrosos", "de trato no recomendable", "indignos de ser deseados", malparidos, de gamberros de todo tipo y condición, bastante abundantes por cierto; como ponen en evidencia la cartelería expuesta en centros sanitarios donde hace alusión al respeto a las personas mayores, al personal sanitario, y patrocinada por la Cruz Roja y el Sacyl, respectivamente.

De vergüenza, esta sociedad de "mochileros" infantiles sin educación, de adolescentes consentidos, y de jóvenes irrespetuosos con sus docentes y conciudadanos; "mirando a otro lado" el resto de la ciudadanía de bien; por no "saber pone los puntos sobre las íes", por excesivamente permisiva, por una legislación que protege a quién delinque, por un proteccionismo sin límite a los "nenes y a las nenas"; tengan que soportarlos y gastar el dinero las organizaciones beneméritas no gubernamentales y las Administraciones Públicas en cartelería alusiva a proclamar y procurar respeto, y que bien hubieran podido dedicarlo a lo que son sus objetivos fundamentales como son, entre otros, el bienestar, el fomento y salud de todos.

"Buen trato a personas mayores", en qué consiste, y como se debe practicar, está expuesto en: "https://www.cruzroja.es/principal/documents/1962259/1970118/Buen+Trato+a+Mayores.pdf/4862202c-30b5-4801-8df6-365a05c6313f; de visión, análisis, reflexión y puesta en práctica por todos.