En estos días, no sé por qué, me viene de nuevo a la mente la vieja - y ¡vive Dios!- certera definición de Ambrose Bierce en su diccionario del diablo: "la educación es aquello que revela a los sabios y disfraza a los necios de su falta de entendimiento" ¡Tal cual! y es que se discute, o más bien se porfía, sobre un "pin" que se denomina parental aludiendo, unos al artículo 27.3 de la Constitución donde se señala el derecho de los padres a elegir la formación religiosa y ética que esté de acuerdo con sus convicciones, y aludiendo otros al punto primero del mismo artículo sobre el derecho de todos, sin exclusión, a la educación y a la libertad de enseñanza. Sin embargo, se deja, quizá, el más revelador, el punto segundo, donde se señala como objetivo de la educación el pleno desarrollo de la personalidad en el respeto a los principios democráticos y libertades fundamentales. Digo más revelador, porque aglutina a los otros dos. Me explico.

Hablar de educación religiosa no se contrapone con la educación ética, en realidad los principios son los mismos; los valores cristianos son los valores éticos y viceversa. La creencia del origen divino de esos valores es lo que varía, pero los valores en sí para desarrollar íntegramente personas desde la educación escolar son los mismos: respeto, libertad, dignidad, honestidad (de este último no hay suficientes reservas en el mundo que cubran la necesidad), y ya me dirán ustedes si los principios democráticos y libertades fundamentales no tienen la misma base. Además, si estamos en un mundo globalizado, ¿Por qué no se alude a la Declaración Universal de los Derechos Humanos? redactada allá por 1948 por personas de nacionalidades, culturas y religiones tan dispares como la china, americana, rusa, canadiense, francesa, etc., donde aparecen esos mismos principios.

Entonces, si hablamos de lo mismo, ¿De qué estamos discutiendo? Quizá, en épocas anteriores tuvo sentido esta disputa- y aquí dejo que usted lea entre líneas- pero afortunadamente, hoy día no ha lugar, porque, repito, hablamos de una educación que responde a una necesidad absolutamente indispensable de formar en derechos y libertades, que desarrolle la competencia cívica y sobre todo espíritu crítico definido como construcción de criterio personal. En este sentido, ¿No sería mejor discutir por el no cumplimiento de estos derechos? Señores, un PIN es una contraseña de identificación personal que da acceso a un sistema, pero es que, afortunadamente, los chicos ya están en el sistema y no solo ellos, ustedes, padres, también.

Creo que tendría más sentido discutir el cómo, puesto que el qué ya lo tenemos bien definido como hemos dicho. Me refiero a que tengo mis dudas de si los valores se aprenden en talleres extracurriculares. Nunca he sido partidaria de lo "remedial". En mi modesta opinión, en este caso, como en casi todo lo concerniente a la formación soy más partidaria de que sea el profesor el que lo transmita imbricado en su materia mediante lo que decimos en psicología educativa moldeamiento (no modelado). Si nuestra sociedad es diversa, ¿no será mejor que el niño aprenda viendo y sintiendo cómo sus profesores gestionan la diversidad, por ejemplo?

En mi opinión, si me permiten la analogía, en este asunto del PIN se trata de lo que en Economía se denomina "Principal Agent" que en Román Paladino vendría a ser que cada uno quiere arrimar el ascua a su sardina y mira por su propio interés, sin pensar en el ciudadano que somos, al fin y al cabo, los que hemos elegido a ese Agente para que salvaguarde nuestros intereses como persona y como sociedad. Hagan el esfuerzo, escúchense unos a otros, hablen no de los otros, sino con los otros. Recuerdo un día, un estudiante en un curso de liderazgo educativo al finalizar la clase, levantó la mano y señaló: "ahora ya sé algo que va más rápido que la velocidad de la luz". ¿Qué es? pregunté. La desconfianza, respondió. No haya nada que erosione la confianza más rápido que decir una cosa y luego hacer otra. Si los políticos hablan de tolerancia, respeto, escucha, etc., y luego no las practican, habrán perdido la confianza de los ciudadanos y con ello su razón de ser.

Se oye mucho también en estos días el verbo "adoctrinar", no veo yo donde está el problema en adoctrinar en justicia, igualdad, equidad, respeto, no caigamos en discusión sobre si la ética debe ser laica o no. Si, como ya he dicho los valores de base son los mismos. ¡Adoctrinemos! ¡Adosctrinemosnos los unos a los otros! Mediante diálogo y empezando en el entorno intrafamiliar. Con entrega, acogida, encuentro, confianza, reciprocidad, búsqueda de entendimiento, respeto, empatía ¿Son capaces ustedes de ver colores distintos en estos valores? Pues entonces, ¿De qué estamos discutiendo si hablamos de lo mismo?.