Desde la noche de los tiempos, allá por la prehistoria, el ser humano ha sentido la necesidad de manifestar sus sentimientos, sus quehaceres, sus aspiraciones, etc., mediante los medios que en cada momento la naturaleza y la ciencia le ofrecían.

Tengamos presente que el ser humano, por lo menos hasta no hace mucho tiempo, es, o era, un ser comunicativo con sus semejantes, "un ser sociable por naturaleza", lo que facilitaba, o debía facilitar, el trasladarles sus inquietudes, sus problemas, sus aspiraciones; como la necesidad innata de relacionarse, lo que es imprescindible cuando se convive con los demás en los diferentes ámbitos en que se desenvuelve la vida, como son el laboral, el familiar, el ciudadano, los cuales son inexcusables.

Los demás, como son, por ejemplo, las de amistad, los de participar en organizaciones, en tertulias de café, como en cualesquiera otro tipo de relaciones, son voluntarias, "y las tomas, o las dejas"; pues, los "conocidos" y los "saludados", implican una mínima manifestación de contacto humano.

Y desde las pinturas rupestres, hasta el YouTube, el WhatsApp, la Wikipedia, etc., se ha tenido, y se tiene, la posibilidad de mejorar las relaciones humanas a través del cultivo del espíritu que ello procura y facilita.

Obviamente, requiere la conciencia, la motivación, la predisposición, el esfuerzo, el tiempo, el afán de superación, la formación, etc., de las gentes para conseguir "pulirse" en sus comportamientos y actitudes hacía los congéneres, lograr una mejor comprensión mutua de lo que se deriva una mejor y mayor colaboración en equipo sea el laboral, el familiar, o de cualquier otra naturaleza de convivencia, con lo que se alcanzará un máximo de los logros que tenga encomendados cada grupo.

Procurando adquirir una cultura, gustaremos, y disfrutaremos, de la belleza de un cuadro, del mensaje de un ensayo filosófico, de la apreciación y del gusto que implica y proporciona la música, de las experiencias y posibles enseñanzas que ofrecen las buenas novelas, el teatro, el cine y demás manifestaciones del arte. Además aprovecharemos más y mejor el tiempo, evitando dedicarlo a actividades superfluas, a entrometernos en las vidas ajenas, a perder buena parte de la vida, por no haberla aprovechado con el auténtico disfrute que supone el "cultivarse" aprendiendo de lo que los intelectuales, artistas y estudiosos, han ofrecido a la sociedad.

La educación que debieran impartir los docentes y los padres supone enseñar y convencer a la "gente joven" el que sepan "leer", "escuchar", "ver" y degustar lo que la lectura, el sonido musical, las artes visuales, etc., conllevan. La cultura supone personas más cultivadas, más empáticas, más sociables, más trascendentes, mejores ciudadanas, mejores trabajadoras, más gustosas por lo bueno de la vida, más respetuosas con sus semejantes, con los bienes ajenos privados y públicos.

Y hoy todo el mundo, sin excepción, especialmente en el medio urbano, dispone de espléndidas bibliotecas públicas, con excelentes profesionales que facilitan y asesoran sobre los amplios recursos de que disponen, para utilizarlos a precio "cero"; los conciertos, obras teatrales, etc., que promueven Ayuntamientos, Diputaciones Provinciales, Comunidades Autónomas y la Administración General del Estado, como la posibilidad de acceso a Internet, donde encontraremos todo tipo de información y documentación cultural; los programas culturales y educativos de la televisión, especialmente la pública. No hay excusa que valga para no ser una persona culta, trabajadora, buena ciudadana, respetuosa y educada, en suma, más "civilizada"; pues los medios y posibilidades que tiene a su alcance, para serlo, a ello debiera obligarla.