Sin duda alguna, España sigue donde estaba, aunque con un riesgo claro de ruptura y aparentemente las cosas siguen igual o puede que peor. Los que defienden lo indefendible suelen decir que aquí no pasa nada cuando en realidad está pasando tanto. Y pasa que han comenzado ya las cesiones. Nada que no intuyéramos o no supiéramos, viendo la deriva que llevan implícitos los pactos. La mentira se ha instalado en el Gobierno de Sánchez. Miente el presidente, miente Ábalos, miente Carmen Calvo y lo más doloroso, miente Grande Marlaska. El ministro del Interior no es un político cualquiera de los que como Ábalos ha llegado a la política 'para quedarse' y nadie le va a echar, cito textual sus propias palabras. Marlaska es un juez, estimo que de los buenos. Como político, un desastre que da la sensación de no saber lo que se hace.

Cuando a Fernando Grande Marlaska se le habló de las cesiones del futuro Gobierno a vascos, a independentistas catalanes y a los herederos de ETA, lo negó rotundamente. Son muchos los videos que lo dejan con el culo al aire. Porque el pasado lunes, el ministro del Interior, confirmaba en una sesión extraordinaria del Pleno del Consejo de la Guardia Civil, que las competencias de Tráfico serán transferidas a la Policía Foral de Navarra, pese, repito, al compromiso que el propio ministro adoptó en su día en sentido contrario: la palabra de este señor no vale nada. Y esa nada le perseguirá en los Tribunales cuando quiera volver a recuperar su carrera puesto que no creo que su ministerio, con él al frente, sea eterno. Claro que como ya tiene asegurada una buena pensión para su jubilación, lo mismo ni vuelve a vestir la toga.

Hay un cierto recochineo en las palabras de Marlaska, al asegurar que no descarta el traspaso de nuevas competencias a la Policía Foral. Para la Guardia Civil y la Policía Nacional pinta en bastos, porque a este señor y los suyos se les ha puesto donde se les ha puesto reventar España y sus instituciones. Eso sí, el magnánimo ministro del Interior ha prometido reubicar a los guardias civiles en otras unidades de Navarra para cumplir con el traspaso que no se iba a producir, formando como formaba parte de las promesas de Sánchez e Iglesias, que manda más de lo que parece, a Bildu, PNV y demás socios. Como se deben a la disciplina y al honor que gobierna sus actos, la Guardia Civil no puede hacer frente más que desde el silencio y el acatamiento a estos desmanes autoritarios, para que un señor y su esposa puedan seguir viviendo en el palacio de La Moncloa y así pavonearse como lo hace Sánchez cada vez que saca su cuerpo serrano a pasear, ya sea en smoking o con cazadora de la Segunda Guerra Mundial, a bordo de un helicóptero o directamente del falcon.

Lo grave del caso es que el otrora juez metido a político ha reconocido que la Policía Foral no cuenta actualmente con recursos humanos suficientes para asumir la competencia de tráfico, por lo que no se puede estimar con exactitud cuándo se harán cargo plenamente de la competencia en cuestión. Hay que desmantelar a la Guardia Civil en ciertos territorios españoles y eso a este señor y su Gobierno se les da bastante bien. El desmantelamiento también pasará por el Poder Judicial, que a nadie le quepa duda. Y se hará con la ayuda inestimable de Grande Marlaska quien ha pasado de caernos bien a la mayoría a caernos como una patada en el culo.

Lo siguiente será la seguridad ciudadana y, luego, todo lo demás que tendrá como colofón la anexión de Navarra al País Vasco y la petición de Independencia. Hay que saber esperar. Solo que esta espera es desesperante y vergonzosa.